Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla, un traslado a contrarreloj para esquivar la lluvia

A pesar del panorama adverso, la Hermandad del Santo Entierro optó por mantener el traslado del Cristo Yacente hasta la Catedral para presidir el Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla

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Cristo del Santo Entierro.
Vía Crucis de Sevilla con el Cristo Yacente.

El Cristo Yacente recorrió la ciudad en apenas media hora en un traslado marcado por la inestabilidad meteorológica. La imagen llegó a la Catedral sin necesidad de usar la urna de plástico prevista ante la amenaza de precipitaciones.

La tarde del primer lunes de Cuaresma estuvo marcada por la incertidumbre meteorológica y la alerta amarilla por lluvias. A pesar del panorama adverso, la Hermandad del Santo Entierro optó por mantener el traslado del Cristo Yacente hasta la Catedral para presidir el Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla. La decisión, que ha suscitado un encendido debate en el seno cofrade, supuso una auténtica contrarreloj para evitar la lluvia. En apenas treinta minutos, el cortejo completó el trayecto de ida y repitió la misma marca en el regreso, esquivando por escasos minutos una fuerte granizada.

Decisión firme y cambios sobre la marcha

La Hermandad del Santo Entierro, presidida por Fermín Vázquez, había previsto distintas alternativas ante el riesgo de precipitaciones. Con la experiencia de las dos ocasiones anteriores en que la lluvia impidió la participación de esta imagen en el Vía Crucis (1986 y 2013), la corporación preparó un plan en el que se contemplaba incluso el uso de una urna de plástico para proteger la talla de Juan de Mesa, recientemente restaurada. Sin embargo, la estrategia final se basó en acortar el itinerario y acelerar el paso del cortejo.

La modificación del recorrido fue clave para ganar tiempo. Se optó por un itinerario más directo, evitando calles como Sierpes o El Salvador. La travesía quedó reducida al eje de O’Donnell, Velázquez y Tetuán, antes de desembocar en la Plaza Nueva y continuar por la Avenida de la Constitución y la Puerta de los Palos de la Catedral.

Cristo del Santo Entierro.
Imagen del Vía Crucis con el Cristo Yacente.

Un ritmo inusual en el cortejo

Las puertas de San Gregorio se abrieron a las 17:34, y en menos de cinco minutos la cruz de guía y las andas del Cristo Yacente ya estaban en la calle. El cortejo avanzó con celeridad, sorprendiendo a los fieles y curiosos que intentaban seguir su paso. En apenas unos minutos, la imagen ya cruzaba la Plaza Nueva, ante la atónita mirada de los presentes. La meteorología adversa se dejaba sentir, con un viento desapacible que sacudía las palmeras y nubes oscuras que se cernían sobre la ciudad.

El traslado concluyó sin incidentes y, a las 19:15, las puertas de la Catedral se abrieron para recibir al público. El rezo del Vía Crucis comenzó antes de las 20:00, con una Catedral que presentaba un aforo aceptable pese a las inclemencias del tiempo. Minutos después, la borrasca descargaba con fuerza, dejando incluso una intensa granizada.

Regreso sin sobresaltos

A las 22:04, con una breve tregua meteorológica, el Cristo Yacente emprendió su regreso a San Gregorio. La hermandad aprovechó la pausa en las precipitaciones para completar el trayecto con la misma rapidez con la que llegó a la Catedral. En apenas media hora, la imagen ya estaba de nuevo en su capilla. Nada más entrar, la lluvia volvió a caer con intensidad.

El debate está servido. La celeridad con la que se desarrolló el traslado ha generado opiniones encontradas en el mundo cofrade. Mientras algunos defienden la decisión como un acierto para preservar el culto, otros cuestionan si este tipo de actos pueden realizarse a semejante ritmo sin perder su esencia. La polémica marca el inicio de la Cuaresma en Sevilla.