
Crisis en la Hermandad de la Macarena, tres informes, muchas incógnitas y una devoción en vilo
La Macarena, símbolo de esperanza para miles, atraviesa una encrucijada que solo podrá resolverse con claridad, profesionalidad y diálogo

La Virgen de la Esperanza Macarena, una de las imágenes más veneradas del país y del mundo, se encuentra en el centro de una de las mayores crisis recientes vividas por su hermandad. A raíz de una polémica intervención estética, la corporación se ha visto obligada a reaccionar con urgencia, encargando tres informes técnicos que esclarezcan el estado real de la imagen y las medidas a adoptar para su adecuada conservación. Pero, lejos de calmar los ánimos, el silencio sobre aspectos clave del proceso ha avivado una oleada de preocupación entre los hermanos y devotos.
Primeros pasos, el IAPH, expertos de prestigio y supervisión técnica de la Macarena
La junta de gobierno ha encomendado los estudios del estado de la Virgen a tres entidades y profesionales reconocidos: Fuensanta de la Paz, conservadora del Museo de Bellas Artes de Sevilla; Pedro Manzano, restaurador con una sólida trayectoria en imágenes devocionales; y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), que supervisará los trabajos. Los dos restauradores realizaron ya una primera valoración visual de la imagen el pasado lunes, en una cita nocturna convocada con urgencia en la basílica.
Estos informes, actualmente en elaboración, serán presentados en los próximos días. La intención de la hermandad es convocar un cabildo extraordinario antes del parón estival, en el que los hermanos puedan conocer las conclusiones de los expertos y valorar las decisiones a tomar. De momento, tanto Manzano como De la Paz han compartido de forma oral sus primeras impresiones, y se espera que el IAPH se pronuncie tras una inminente reunión.
Dudas de la intervención de Arquillo sobre la Macarena
A pesar de este despliegue técnico, el comunicado emitido por la hermandad no ha resuelto interrogantes fundamentales sobre cómo y por qué se llegó a una intervención que alteró de forma visible el rostro de la Virgen. El profesor Arquillo, encargado de la intervención inicial, elaboró un informe previo en mayo que incluía recomendaciones sobre el mantenimiento de las imágenes titulares. No obstante, la limpieza profunda realizada y sus consecuencias estéticas han desatado una tormenta interna.
Entre las dudas sin resolver está la posible ausencia de una comisión técnica que supervisara la actuación, la aparente falta de comunicación con el Arzobispado –obligatoria para una restauración de este calibre–, o las razones por las que el propio Arquillo no fue quien corrigiera el resultado, siendo finalmente el imaginero Esteban Sánchez Rosado quien intervino bajo la supervisión del conservador Carlos Peñuela.
Además, otro elemento que sigue sin esclarecerse es el resultado del TAC realizado a la imagen. El escáner pretendía evaluar posibles daños estructurales tras un episodio de humedad en el camarín, pero hasta ahora la hermandad no ha informado sobre las conclusiones extraídas, dejando a muchos hermanos en la incertidumbre.
Una crisis histórica en el seno de la Macarena
La falta de explicaciones y la sensación de improvisación han llevado a la Hermandad de la Macarena a un punto crítico. La imagen ha sido intervenida hasta en tres ocasiones en apenas una semana, lo que ha multiplicado el desconcierto y ha encendido los ánimos. Lejos de aplacar la tensión, la reciente reunión de la junta de gobierno, celebrada ayer con la presencia de Arquillo y Fuensanta de la Paz, ha dejado más preguntas que respuestas.
En paralelo, se han producido ya las primeras protestas formales. Cerca de 300 personas se concentraron frente a la basílica para exigir la dimisión de la junta de gobierno, mientras se intensifican los rumores y el descontento entre los hermanos. Todo esto ocurre a pocos meses de las elecciones internas, previstas para noviembre, lo que añade un componente político a una crisis que ya es religiosa, patrimonial y emocional.
Según expertos consultados, la intervención no habría sido simplemente conservativa, sino una restauración en toda regla, lo cual habría requerido una planificación más rigurosa y, sobre todo, mayor transparencia con la comunidad. Se apunta a una posible reacción sobre un barniz aplicado en 2012 que, al deteriorarse, habría obligado a una limpieza que modificó sustancialmente el semblante de la Dolorosa.
El silencio institucional, unido a una cadena de decisiones poco explicadas, ha desencadenado una tormenta sin precedentes en una hermandad marcada por la tradición, el fervor y una imagen que, para muchos, representa mucho más que una talla devocional. La Macarena, símbolo de esperanza para miles, atraviesa una encrucijada que solo podrá resolverse con claridad, profesionalidad y diálogo. Por ahora, la devoción espera respuestas.