La crisis interna en la Hermandad de los Panaderos ha llevado al Arzobispado de Sevilla a intervenir la corporación del Miércoles Santo y designar un comisionado que dirigirá la entidad hasta mayo de 2026. La decisión llega tras semanas de tensiones, que culminaron con la dimisión en bloque de la junta de gobierno y varios actos vandálicos contra la sede de la hermandad y su hermano mayor en un pasado cercano.
El elegido para asumir la dirección de la hermandad en este periodo de transición es José de Cristóbal González, ex hermano mayor de la Hermandad de la Vera Cruz. Será él quien tenga plenas competencias para gestionar la corporación, con el objetivo de restaurar la estabilidad y preparar el camino para la celebración de nuevas elecciones dentro de poco más de un año.
Dimisión en bloque y escalada de tensión
La intervención eclesiástica se produce después de que la junta de gobierno de la hermandad presentara su dimisión en bloque hace unos días, dejando descabezada la corporación. La crisis se había intensificado en los últimos meses por discrepancias internas y presiones externas, que terminaron desembocando en la renuncia de la totalidad de sus miembros.
A esta situación se sumaron varios episodios preocupantes, como los actos vandálicos sufridos en la sede de la hermandad. La puerta de la capilla fue atacada con pintadas, un hecho que generó alarma entre los hermanos y devotos. Además, el hermano mayor de la cofradía también fue objeto de amenazas e insultos, lo que agravó el clima de tensión y evidenció la fractura interna que se vivía en la corporación.
El papel del comisionado y las limitaciones de la hermandad
Con la designación de José de Cristóbal González como comisionado, el Arzobispado le otorga todas las competencias que normalmente corresponden a la junta de gobierno, aunque con ciertas restricciones. Según el decreto emitido por la Archidiócesis, no podrá convocar cabildos generales ordinarios ni extraordinarios sin la autorización expresa de la Delegación Episcopal de Asuntos Jurídicos, cuyo responsable es Miguel Vázquez Lombo.
El papel de un comisionado en una hermandad es fundamental en estos casos. Su función no solo es gestionar la corporación, sino también calmar los ánimos y garantizar que se retome la normalidad antes de convocar nuevas elecciones. En el caso de Los Panaderos, el reto será especialmente complejo, dado el contexto de crisis en el que se ha producido la intervención.
La designación de un comisionado por parte del Arzobispado no es una medida frecuente, pero se aplica en situaciones donde las hermandades atraviesan conflictos internos graves o cuando se considera que la gobernabilidad de la corporación está en riesgo. En este caso, la renuncia de la junta de gobierno y los episodios de tensión han obligado a la autoridad eclesiástica a tomar cartas en el asunto para garantizar la estabilidad de la hermandad.
Recuperar la normalidad
A falta de más de un año para la convocatoria de elecciones, la Hermandad de Los Panaderos entra en un periodo de transición que estará marcado por la gestión del comisionado. La prioridad será recuperar la confianza de los hermanos y restablecer la paz interna, en un contexto donde la división ha quedado de manifiesto.
Mientras tanto, la cofradía deberá seguir funcionando bajo las directrices del Arzobispado, con las restricciones propias de una intervención. El futuro de la hermandad dependerá en gran medida de cómo se resuelva este proceso y de la capacidad de sus miembros para recomponer los lazos que la crisis ha roto.
Por ahora, los cofrades de Sevilla siguen atentos a los acontecimientos en Los Panaderos, una hermandad de gran tradición que ahora enfrenta uno de los momentos más delicados de su historia reciente.