Vagón de metro de Sevilla con el Aljarafe al fondo con el monumento a un lado.
Metro bajando desde el Aljarafe a Sevilla.

Los vecinos de Sevilla Este y Torreblanca opinan que el tranvibús es un parche para no hacer el metro

“El tranvibús puede funcionar como refuerzo o complemento, pero no puede ocupar el lugar del metro. El riesgo es que las autoridades se den por satisfechas con esto y no sigan adelante con la línea 2” dice José Martínez.

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La construcción del tranvibús en los barrios de Sevilla Este y Torreblanca ha despertado una fuerte controversia entre los vecinos. Aunque las autoridades lo presentan como una mejora clave en la red de transporte público, muchos ciudadanos lo ven simplemente como un “parche” que busca frenar las crecientes demandas de una infraestructura mucho más ambiciosa: la línea 2 del metro.

El tranvibús, también conocido como Bus de Tránsito Rápido (BTR), pretende conectar ambos barrios con la estación de Santa Justa mediante una plataforma exclusiva que le permitirá circular sin interferencias del tráfico convencional. El proyecto, que cuenta con financiación europea, contempla un recorrido de 9,7 km, 14 paradas por sentido y una frecuencia de cinco minutos en horas punta. El objetivo es reducir el tiempo de desplazamiento actual —alrededor de 40 minutos— a poco más de 20.

Obra rápida, soluciones temporales para Sevilla Este y Torreblanca

Desde el Ayuntamiento de Sevilla se insiste en que este nuevo sistema de transporte ofrecerá una solución “rápida, ecológica y eficaz” para más de 120.000 vecinos que viven en estos dos barrios del este de la ciudad. Las obras, que comenzaron hace más de un año, avanzan según el calendario oficial, aunque diversos informes internos y las recientes lluvias han provocado rumores sobre posibles retrasos.

No obstante, más allá de los plazos, el principal foco de crítica gira en torno a su funcionalidad y al papel que puede desempeñar dentro del sistema general de movilidad urbana.

La voz del barrio

Entre los residentes, la sensación general es de decepción. María Gómez, vecina de Torreblanca y madre de tres hijos, lo resume así: “Nos han cambiado un metro por un autobús con pintura nueva. Esto no es lo que llevamos pidiendo desde hace más de una década”.

Opiniones similares se escuchan en Sevilla Este. Luis Ramírez, administrativo que se desplaza a diario hasta el centro, se muestra escéptico: “Un autobús, aunque tenga carril propio, no es comparable al metro. No resuelve los problemas de fondo, como la conexión real con el resto de líneas o la capacidad de absorber grandes volúmenes de pasajeros.”

También hay preocupaciones prácticas. Carmen Torres, una mujer mayor con movilidad reducida, teme que el tranvibús no sea tan accesible como se promete: “Lo pintan muy bonito, pero me da miedo que al final tengamos un servicio incómodo, con escaleras, rampas mal diseñadas y esperas más largas de lo previsto.”

En redes sociales, los comentarios de los vecinos han sido todavía más duros, especialmente después de que se eliminaran carriles bici y espacio para coches en algunas zonas del trazado. En vídeos virales se tilda al proyecto de “inútil” y de “solución cosmética”.

El tranvibús "no puede sustituir a un metro que va bajo la superficie y no tiene que esperar semáforos o colas de coches y atascos, es mucho más directo" dice Miguel Ángel Torres, jubilado que vive en la Avenida de las Ciencias en Sevilla Este.

El metro que nunca llega a Sevilla Este y Torreblanca

La gran reivindicación histórica de estos barrios ha sido la línea 2 del metro de Sevilla, que debería conectar Torreblanca con el centro histórico pasando por Santa Justa, y que figura en los planes desde hace más de una década. Sin embargo, la falta de financiación y el lento avance del proyecto han generado una gran frustración entre los ciudadanos.

Asociaciones como “Sevilla Quiere Metro” han denunciado que el tranvibús podría incluso interferir con el trazado futuro del metro, ya que comparte parte del mismo corredor, pero sin garantizar intercambios directos ni soluciones a largo plazo. Según defensores del transporte público estructural, el tranvibús “no sustituye ni por asomo” a una línea subterránea de alta capacidad.

José Martínez, experto en movilidad urbana, considera que el nuevo sistema puede ser útil para ciertos desplazamientos, pero no sustituye al metro en términos de eficiencia ni de planificación a largo plazo: “El tranvibús puede funcionar como refuerzo o complemento, pero no puede ocupar el lugar del metro. El riesgo es que las autoridades se den por satisfechas con esto y no sigan adelante con la línea 2”.

¿Solución o estrategia política?

Aunque las intenciones del Ayuntamiento pueden haber sido bien recibidas en un principio, el tiempo ha ido reforzando la percepción de que el tranvibús es, más que nada, una respuesta política de bajo coste a una exigencia legítima y postergada. A día de hoy, ni el gobierno municipal ni la Junta de Andalucía han ofrecido fechas concretas para la ejecución de la línea 2, lo que hace que crezca el temor de que esta alternativa provisional se convierta en definitiva.

Mientras el tranvibús avanza en su construcción con promesas de eficiencia y sostenibilidad, en las calles de Sevilla Este y Torreblanca se mantiene viva una duda: ¿es esta realmente la solución que merecen los vecinos o simplemente una forma de cerrar en falso un debate que lleva años sin respuesta?