Sus orígenes se remontan al siglo XIII, cuando Fernando III el Santo donó unas casas al obispo de Segovia, sentando así las bases de lo que sería uno de los palacios más importantes de Andalucía.
Concebido en 1728 como residencia del almirante Manuel López Pintado, el palacio fue inicialmente conocido como Palacio del Marqués de Torre Blanca de Aljarafe.
Situado en la calle Los Alcázares, se accede a él a través de un gran arco de herradura apuntado que nos invita a adentrarnos en un mundo de historia y belleza.
Apasionada por la arqueología, la condesa de Lebrija decidió convertir el palacio en un auténtico museo, decorándolo con una valiosa colección de antigüedades que había reunido a lo largo de los años.
Desde el antiguo Corral de los Olmos hasta la majestuosa Catedral, este lugar ha sido testigo de siglos de transformaciones y ha acogido a generaciones de sevillanos.
Se dice que estos pequeños pájaros fueron los que inspiraron la famosa rima de Gustavo Adolfo Bécquer: "¿Qué ingenio te dio la mano / para pintar en mi alma / con tan sublime acierto / tu dulce imagen?".
Ford realizó algunas reformas en el edificio y organizó en él fiestas populares que quedaron grabadas en la memoria de la ciudad, además dibujó la antigua portada de piedra del palacio.
Tras la conquista de Sevilla por Fernando III en 1248, la mezquita de Ibn Adabbás, construida en el siglo IX, fue consagrada como iglesia cristiana bajo la advocación del Divino Salvador del Mundo.