El IAPH tomará el control técnico de la restauración de la Macarena mientras crecen las críticas internas en la hermandad

Los mensajes de descontento han ido escalando hasta desembocar en peticiones explícitas de dimisión

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Diferentes expresiones de la Macarena tras la intervención de Arquillo.
La mala intervención de Arquillo en el rostro de la Macarena es muy evidente.

La Hermandad de la Macarena vive uno de sus episodios más delicados en décadas tras la polémica restauración de la Virgen de la Esperanza. La actuación, realizada sin el conocimiento ni supervisión del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), ha desencadenado una ola de indignación entre hermanos y devotos, que exigen ahora responsabilidades y un cambio de rumbo en la dirección de la corporación.

La situación ha obligado a la junta de gobierno a solicitar de urgencia la intervención del IAPH, que ya ha iniciado los trabajos para evaluar el estado real de la imagen. Esta institución, referente en la conservación del patrimonio artístico andaluz, ha sido designada para supervisar las futuras actuaciones que se lleven a cabo sobre la talla mariana.

Tres informes técnicos para aclarar lo ocurrido con la Macarena

Además del informe del IAPH, dos restauradores independientes y de reconocido prestigio —Pedro Manzano y Fuensanta de la Paz— han sido llamados a colaborar con valoraciones técnicas. Ambos expertos realizaron el pasado lunes un primer examen visual de la imagen, tras el cual ofrecieron una valoración oral preliminar. Se espera que los tres dictámenes se entreguen por escrito en los próximos días, y que estos sean determinantes para esclarecer el alcance de los daños y proponer soluciones.

La intención de la junta es convocar un cabildo extraordinario de hermanos antes del parón estival, donde se debatirá el contenido de los informes técnicos y se determinarán los pasos a seguir.

Malestar creciente en la hermandad de la Macarena con el hermano mayor

Mientras tanto, el clima interno en la hermandad es de profunda tensión. Numerosos hermanos han expresado su rechazo a la forma en que se ha gestionado la intervención sobre la imagen. Las críticas no se centran solo en el resultado visible —una expresión facial alterada que ha causado desconcierto entre los fieles—, sino también en la opacidad del proceso y la falta de transparencia de la junta de gobierno.

Los mensajes de descontento han ido escalando hasta desembocar en peticiones explícitas de dimisión. En el centro de la polémica se encuentra el hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, a quien muchos señalan como máximo responsable de permitir una intervención precipitada y mal comunicada. El descontento también ha alcanzado a otros miembros de la junta, dos de los cuales —el mayordomo y el prioste— ya han presentado su renuncia.

“Han tocado lo que no se debía tocar”, comentan algunos hermanos, visiblemente afectados por la transformación que ha sufrido la imagen. Para muchos, la Virgen de la Esperanza no es solo una obra de arte, sino un símbolo identitario y espiritual de incalculable valor, cuya alteración, aunque sea leve, resulta profundamente ofensiva. Se pide la dimisión «por dignidad y vergüenza» del hermano mayor, que es el sentir de fieles y hermanos.

Un daño emocional difícil de reparar

La intervención —que incluía una limpieza superficial, revisión de elementos como pestañas y lágrimas, y tratamiento de fisuras— ha sido calificada por los expertos como técnicamente reversible. Sin embargo, el daño emocional y devocional parece mucho más profundo. Fieles que acuden cada día a la basílica han manifestado que “ya no reconocen” a la Virgen en su expresión actual. Otros han acudido incluso a las puertas del templo a protestar en silencio, en señal de duelo por lo que consideran una profanación estética de su devoción.

La presión popular, las pocas dimisiones internas y la inminente publicación de los informes técnicos marcan un punto de inflexión para la Hermandad de la Macarena. Todo apunta a que el cabildo extraordinario será un momento decisivo. Sobre la mesa estará no solo el futuro de la imagen mariana, sino también la continuidad del actual hermano mayor y de una junta que ha perdido parte de la confianza de su base.

Por ahora, la esperanza de muchos devotos está depositada en el rigor técnico del IAPH y en la posibilidad de revertir la intervención. Pero hay algo que los expertos no pueden restaurar: la fractura emocional y el desencanto que esta crisis ha dejado entre quienes, hasta hace poco, veían en la Macarena no solo una imagen, sino un consuelo eterno.