Un robo en Coria del Río permite resolver una violación ocurrida hace 20 años en Sevilla gracias al ADN

El análisis genético ha sido clave para identificar al agresor, que estuvo dos décadas sin ser identificado

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Vehículo y agente de la Guardia Civil.
Agente de la Guardia Civil.

La Policía Nacional ha logrado resolver un caso de agresión sexual ocurrido hace casi 20 años en Sevilla gracias a los avances en la tecnología de análisis de ADN y a la incorporación sistemática de perfiles genéticos en las bases de datos policiales. El sospechoso, que presuntamente violó a una joven canadiense en julio de 2005, ha sido identificado tras ser arrestado recientemente por un robo con violencia en la localidad de Coria del Río. La coincidencia entre su perfil genético y el obtenido en la escena del crimen ha permitido su detención cuando apenas quedaban seis meses para que el delito prescribiera.

Una noche trágica en las inmediaciones de la Torre del Oro

Los hechos se remontan a la noche de un caluroso mes de julio de 2005, cuando una joven de nacionalidad canadiense, que se encontraba en Sevilla de paso antes de tomar un vuelo con destino a Suiza, decidió dar un paseo por la zona de la Torre del Oro mientras esperaba su viaje. En un momento de descanso, la mujer se sentó en un banco para disfrutar del entorno y relajarse antes de partir.

Sin embargo, lo que parecía un tranquilo final de jornada se convirtió en una pesadilla cuando unos desconocidos se acercaron a ella y le arrebataron la mochila en un descuido. Desorientada y angustiada por el robo, la joven fue abordada por un hombre que, en un principio, se presentó como alguien dispuesto a ayudarla a recuperar sus pertenencias. Sin embargo, lejos de socorrerla, el individuo la condujo hasta unas escaleras apartadas, en una zona poco transitada y con escasa iluminación. Allí, aprovechando la vulnerabilidad de la víctima y la falta de testigos, la agredió sexualmente.

Tras la violación, el agresor huyó del lugar, dejando a la mujer en estado de shock. A pesar de la dureza del ataque, la víctima logró denunciar los hechos ante la Policía Nacional, que activó de inmediato un protocolo de actuación para intentar identificar y capturar al responsable.

Investigación y un caso sin resolver durante dos décadas

Desde el primer momento, los agentes llevaron a cabo una minuciosa inspección ocular en la escena del crimen. La Policía Científica logró recoger vestigios biológicos del agresor, lo que permitió obtener su perfil genético. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los investigadores, la identidad del autor seguía siendo un misterio, ya que su ADN no coincidía con ninguno de los perfiles almacenados en las bases de datos policiales de aquel entonces.

En 2005, las herramientas para la identificación genética eran menos avanzadas que en la actualidad y las bases de datos policiales contaban con un número mucho más limitado de perfiles. Fue a partir de 2007 cuando la legislación permitió que se tomaran y almacenaran sistemáticamente muestras de ADN de todos los detenidos, lo que incrementó exponencialmente las posibilidades de identificación en delitos sin resolver.

Durante años, la investigación quedó en suspenso, a la espera de que nuevas pruebas o coincidencias genéticas pudieran arrojar luz sobre el caso. Aunque el expediente nunca se cerró, la falta de pistas concretas impidió avanzar en la identificación del sospechoso.

Un robo que lo cambia todo: la clave para resolver el caso

El punto de inflexión en la investigación llegó hace unos días, cuando la Policía Nacional arrestó en Coria del Río a un hombre acusado de un robo con violencia. Como establece el protocolo desde la reforma legal de 2007, al detenido se le extrajo una muestra de ADN para su inclusión en la base de datos de perfiles genéticos.

Lo que en principio parecía un procedimiento rutinario dio un giro inesperado cuando el sistema detectó una coincidencia: el ADN del arrestado coincidía plenamente con el perfil genético del agresor de la violación ocurrida en 2005.

Los investigadores de la Unidad de Familia y Atención a la Mujer (UFAM), especializados en delitos contra la libertad sexual y la violencia de género, fueron alertados de inmediato. Tras confirmar la coincidencia, procedieron a la detención del sospechoso como presunto autor de la agresión sexual y un delito de lesiones.

El arresto del sospechoso se produjo en un momento crítico, ya que el delito estaba a punto de prescribir. Según la legislación vigente, los delitos de agresión sexual prescriben a los 20 años, lo que significaba que si no se hubiese producido esta coincidencia en la base de datos, el caso habría quedado impune en apenas seis meses.

El detenido fue puesto a disposición judicial, y aunque la gravedad de los hechos llevó a los investigadores a solicitar medidas cautelares, el juez decidió dejarlo en libertad provisional con cargos mientras avanza el proceso judicial.

El papel del ADN en la resolución de crímenes sin resolver

Este caso pone de manifiesto la relevancia de la tecnología del ADN en la lucha contra la impunidad en delitos graves. Gracias a los avances en la identificación genética y a la creación de bases de datos más completas, se ha logrado identificar a sospechosos de crímenes cometidos incluso décadas atrás.

En los últimos años, la Policía Nacional ha resuelto numerosos casos archivados gracias a la aplicación de esta tecnología. Las bases de datos de ADN permiten comparar restos biológicos recogidos en escenas de crimen con muestras tomadas a detenidos por otros delitos, aumentando significativamente las probabilidades de esclarecer casos que, de otro modo, quedarían sin resolver.

La resolución de este caso supone un pequeño triunfo para la víctima, que después de casi 20 años sin respuestas, ve cómo la justicia finalmente actúa. También representa un hito en la lucha contra la violencia sexual y un recordatorio de la importancia de seguir impulsando herramientas y normativas que permitan la identificación de agresores, evitando que crímenes de esta magnitud queden impunes.

Mientras tanto, la Policía continúa con la investigación para determinar si el detenido podría estar implicado en otros delitos de agresión sexual cometidos en los últimos años, algo que se analizará con la comparación de su ADN en otros casos sin resolver.

La ciencia forense sigue demostrando su papel clave en la seguridad y en la persecución del crimen, logrando que, aunque pasen los años, la justicia termine alcanzando a quienes creyeron que sus delitos quedarían olvidados.