Segundo día de caos del tráfico en una Sevilla bloqueada por la Cumbre de la ONU y tormenta política de reproches

Álvaro Pimentel, delegado de Movilidad, ha acusado al portavoz socialista, Antonio Muñoz, de «deslealtad» y «oportunismo»

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Muchos coches en pleno atasco en Sevilla.
Caos circulatorio en Sevilla por la Cumbre de la ONU.

La Cumbre de la ONU, que debía dar a Sevilla como referente internacional en la lucha contra la pobreza y el desarrollo sostenible, ha quedado opacada por una realidad mucho más mundana: el caos circulatorio. Las retenciones, los atascos kilométricos y el colapso en varias líneas de autobús han sumido a la ciudad en un caos que se ha convertido en el verdadero protagonista de esta segunda jornada.

Desde primeras horas del lunes, los sevillanos han tenido que armarse de paciencia. Los cortes de tráfico, motivados por razones de seguridad ante la presencia de delegaciones internacionales, han afectado a arterias clave y han alterado el ritmo habitual de la ciudad. Este martes, en esta segunda jornada, el caos vuelve a ser el protagonista en las carreteras. La indignación ciudadana ha encontrado eco inmediato en el terreno político, donde las acusaciones han volado de un lado a otro del tablero.

El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Antonio Muñoz, ha sido tajante: “El alcalde no ha hecho los deberes”. Muñoz ha culpado al regidor popular, José Luis Sanz, de no haber planificado adecuadamente un evento anunciado “desde hace un año”. En su opinión, el Ayuntamiento tenía la responsabilidad de haber diseñado rutas alternativas, reforzado el transporte público y, sobre todo, informado con antelación a los ciudadanos para minimizar el impacto de la Cumbre.

“El prestigio que trae este evento es indudable, pero no se puede construir imagen internacional a costa del bienestar de los sevillanos”, ha afirmado Muñoz en un comunicado. “Le quedan dos días al alcalde para corregir los errores. Aún está a tiempo”, ha insistido.

Oportunismo y mala memoria de Antonio Muñoz ante el caos circulatorio

La respuesta del Gobierno local no se ha hecho esperar. Álvaro Pimentel, delegado de Movilidad, ha acusado al portavoz socialista de «deslealtad» y «oportunismo». Para Pimentel, resulta «patético» que Muñoz utilice una cita de esta envergadura para desgastar al gobierno municipal. Según ha explicado, las decisiones clave sobre seguridad y cortes de tráfico han sido tomadas por el Ministerio del Interior, y no por el Consistorio.

“El Ayuntamiento lleva más de seis meses trabajando con el Gobierno de España y la ONU para que esta cumbre sea un éxito”, ha recalcado el delegado. También ha subrayado que se han reforzado líneas de autobús, desplegado toda la plantilla de Policía Local y puesto en marcha medidas extraordinarias como la gratuidad en líneas de Tussam para barrios como Sevilla Este.

Pero el conflicto no se queda entre los partidos PSOE y PP. Adelante Andalucía ha intervenido en la polémica con una crítica más estructural. Su secretario de Organización, Néstor Salvador, ha calificado de “caos” la situación en las calles y ha acusado a las autoridades de utilizar Sevilla como «decorado» para sus intereses políticos.

“Esto no es más que una oportunidad para la foto de los poderosos, mientras los trabajadores no pueden ni llegar a sus empleos”, ha señalado Salvador. Denunciando que eventos como este agravan la vida cotidiana en una ciudad ya saturada por el turismo masivo y con graves déficits en transporte público.

El representante andalucista ha añadido además una denuncia social donde «el presidente Sánchez habla de acabar con la pobreza desde un búnker, cuando en barrios como las Tres Mil Viviendas o Torreblanca más del 40% de sus vecinos vive en pobreza, según Cáritas”.

Entre las luces internacionales del evento y las sombras del malestar local, Sevilla se debate entre la oportunidad y la frustración. La Cumbre continúa, pero el tráfico sigue marcando el pulso real de una ciudad que, por unos días, se siente atrapada entre la diplomacia global y los embotellamientos cotidianos.

Crónica política de una Sevilla bloqueada que, al menos de momento, no encuentra vías de escape.