«Esto ya no es un barrio, es un laberinto», resume con resignación José Manuel Ortiz, vecino de la avenida de las Ciencias, mientras da la vuelta con su coche por tercera vez en busca de una salida que no esté cortada. Como él, miles de residentes de Sevilla Este están viviendo estos días un auténtico calvario para entrar o salir de su barrio debido al férreo dispositivo de seguridad desplegado por la celebración de la Cumbre de la ONU sobre Sostenibilidad en el Palacio de Congresos (FIBES).
Las restricciones afectan a las principales vías de acceso, incluyendo cortes diarios en la avenida Kansas City, un eje vital de conexión con el centro de la ciudad, entre las 7:00 y las 9:30, y de nuevo de 17:00 a 19:00. Estas franjas coinciden con las horas punta, lo que ha multiplicado los atascos y generado desesperación en quienes tienen que desplazarse por trabajo, gestiones o citas médicas.
Sevilla: “Un escape room pero sin pistas”
“Nos sentimos como en un escape room pero sin pistas ni salida”, ironiza Beatriz Ramos, una joven madre que intentó llevar a su hijo a una revisión médica en el Hospital Virgen del Rocío. “Salimos con una hora y media de antelación y aún así llegamos tarde. Entre controles, desvíos y calles cortadas, fue imposible”.
Alejandro Parra, conductor de VTC, asegura que ha cancelado más de la mitad de sus servicios en la zona. “No compensa, me paso más tiempo parado en controles que trabajando. Hay clientes que ya ni intentan salir, directamente te piden que los llames cuando se termine todo esto”, comenta, mientras revisa el GPS que le muestra varias rutas bloqueadas.
Una ciudad paralela
Algunos comercios se han visto beneficiados, como los bares, Tomás Garrido, admite que los desayunos y las cañas han aumentado. “Con tanto policía, periodista y personal de la cumbre por aquí, tenemos más clientela. Pero eso no compensa la molestia que supone no poder moverme para llevar a mis hijos a casa de mis suegros por la tarde”.
En contraste, otros negocios están sufriendo la otra cara de la moneda. Cristina Larios, esteticista en un centro de belleza cercano, ha tenido hasta un 60% de cancelaciones. “Las clientas no quieren venir por miedo a no poder volver a casa. Y con razón”.
La indignación crece en Sevilla Este
A pie de calle, el malestar es palpable. Un grupo de vecinos se ha organizado espontáneamente a través de WhatsApp para compartir rutas alternativas, horarios de autobuses (que muchas veces no cumplen) y experiencias diarias con los controles.
Felipe Monge, jubilado que suele ir cada mañana a pasear al parque Infanta Elena, relata: “Antes tardaba 10 minutos en llegar, ahora tengo que dar un rodeo de casi media hora porque hay un control en la calle Dinamarca. Me siento preso en mi propio barrio”.
Los autobuses urbanos también han sido fuente de frustración. Lorena Peña, estudiante universitaria, cuenta que su autobús tardó más de 40 minutos en pasar y llegó completamente lleno. “Al final me fui andando hasta la estación, perdí el tren y no pude asistir al examen que tenía en la universidad. Esto no puede ser”.
Sin respuestas claras de nadie
Varios vecinos han denunciado la falta de información y respuesta por parte del Ayuntamiento. Marta Ibáñez, quien debe volar mañana a Barcelona por motivos laborales, no oculta su nerviosismo: “He llamado tres veces al 010 y nadie me aclara cómo llegar al aeropuerto desde aquí. Estoy planteándome ir esta noche a dormir a casa de una amiga en Triana por si acaso”.
Ni siquiera la aplicación oficial de transporte público TUSSAM parece ser de ayuda. En varias paradas las pantallas informativas están apagadas, y los tiempos de llegada cambian constantemente. “Esto es desesperante, no sabes si esperar, andar o rendirte”, protesta Sergio Calderón, que lleva media hora esperando el B4 en la avenida de Emilio Lemos.
¿Teletrabajo para todos?
Una de las soluciones propuestas por el alcalde, el fomento del teletrabajo, ha sido recibida con escepticismo. “Eso está muy bien para los que pueden permitírselo. Pero los que trabajamos en limpieza, hostelería o comercio no podemos hacerlo por Zoom”, apunta con enfado Yolanda Gallego, empleada de una tienda de ropa en el centro.
Incluso quienes sí teletrabajan, como Lucía Téllez, reconocen sentirse “encerrados”. “No es solo el trabajo. Es que no puedes ir al médico, al supermercado del otro lado del barrio, o simplemente a visitar a un familiar. Esto no es vida”.
La Cumbre de la ONU se celebra hasta el próximo viernes, y aunque para muchos representa un evento de prestigio internacional, para los vecinos de Sevilla Este es sinónimo de aislamiento, caos y frustración. Como resume Carlos Vázquez, vecino del barrio desde hace 15 años: “Sevilla presume ante el mundo, pero se olvida de sus propios ciudadanos. ¿A quién le importa cómo estamos viviendo esto?”.