El olvidado Palacio de Monsalves en Sevilla

En el siglo XIX, el palacio vivió una época de esplendor cuando fue habitado por el hispanista inglés Richard Ford

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Entrada al palacio por la calle Monsalves.
Fachada del Palacio de Monsalves.

Un linaje noble, un palacio histórico y una fascinante historia se entrelazan en el corazón de Sevilla: el Palacio de Monsalves. Ubicado en el Casco Antiguo, este edificio no solo es una joya arquitectónica, sino también un testigo de la rica historia de la ciudad.

Sus orígenes se remontan a la Reconquista de Sevilla en 1248, cuando Guillermo de Monsalves, líder de los catalanes que participaron en la toma de la ciudad, recibió heredades del Rey Fernando III. Desde entonces, el palacio pasó por las manos de diversas familias nobles, incluyendo a los Tous de Monsalves y los O’Neill y Castilla.

En el siglo XIX, el palacio vivió una época de esplendor cuando fue habitado por el hispanista inglés Richard Ford. Ford realizó algunas reformas en el edificio y organizó en él fiestas populares que quedaron grabadas en la memoria de la ciudad. Además, dibujó la antigua portada de piedra del palacio, un legado que aún hoy podemos apreciar.

A finales del siglo XIX, el palacio cambió de manos nuevamente y fue adquirido por Javier Sánchez-Dalp y Calonge, marqués de Aracena. El marqués encargó al reconocido arquitecto Aníbal González una reforma integral del edificio, que se llevó a cabo entre 1906 y 1909. Esta reforma le dio al palacio el aspecto neorrenacentista que hoy conocemos.

En el siglo XX, el palacio tuvo diversos usos: desde la sede de la Compañía Sevillana de Electricidad hasta la Delegación Provincial de Educación y la Presidencia de la Junta de Andalucía. En la actualidad, alberga la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía.

El Palacio de Monsalves también ha sido escenario de la cultura popular. En los años 2000, se estudió su uso para una ampliación del Museo de Bellas Artes de Sevilla, y ha servido como escenario de la serie de Antena 3 «Allí abajo».

Un paseo por el Palacio de Monsalves es un viaje a través del tiempo. Sus muros albergan historias de nobles, artistas, políticos y personajes de la vida cotidiana. Es un lugar donde se respira la esencia de Sevilla y se puede apreciar la belleza de su arquitectura.

Explorando el Palacio de Monsalves

El Palacio de Monsalves se alza como un imponente edificio de dos plantas, coronado por un torreón que domina el paisaje urbano de Sevilla. Su fachada principal, ubicada en la calle Monsalves, es un derroche de ornamentación historicista, mientras que la posterior, más sobria, refleja una concepción clásica.

Exterior

Fachada principal: Un lienzo de riqueza ornamental donde destacan las ventanas en la planta baja y los balcones en la primera. El torreón, coronado por una balaustrada, exhibe cinco ventanales con arcos de medio punto separados por elegantes columnas. En el centro, el escudo familiar preside con orgullo la fachada.

Portada principal: Un arco de medio punto da paso a un Apeadero con techumbre de madera de estilo mudéjar. Un retablo de obra con un azulejo neobizantino de la Virgen del Perpetuo Socorro completa la escena.

Interior

Apeadero: Un espacio con tres puertas que conducen a la escalera principal, al patio de servicio y al patio principal, respectivamente.

Patio de Servicio: Inspirado en la arquitectura industrial local de finales del siglo XIX y principios del XX, este patio alberga los arcos de acceso a las caballerizas y una fuente de mármol blanco en su centro. La primera planta, de estilo historicista, alojaba al personal de servicio del palacio.

Patio Principal: Rodeado por una galería con columnas que sostienen arcos de medio punto, este patio presume de un artesonado neomudéjar y zócalos con azulejos inspirados en las obras de Cristóbal de Augusta. En el centro, una fuente de mármol blanco refresca el ambiente. Sobre los arcos se alternan relieves de guirnaldas con medallones de estilo neoclásico.

Capilla: Una sala con zócalos de azulejos historicistas y un artesonado con vigas pintadas con temas florales. La parte superior de las puertas está enmarcada con yeserías florales y un friso con motivos grutescos decora la parte superior.

Patio Interior: Reformado y ampliado a mediados del siglo XX, este patio rectangular está dividido en seis zonas ajardinadas y presenta una fuente de mármol blanco en su centro.

Sala Moruna: Un espacio con zócalos de azulejos y paredes cubiertas de yeserías neomudéjares, completado por un artesonado del mismo estilo.

Escalera principal: Compuesta por dos tramos, esta escalera se distingue por un zócalo de azulejos con medallones de temática pastoril, infantil y faunesca. Un mural de azulejos que representa la entrada triunfante del emperador Segismundo de Luxemburgo en Mantua decora la pared.

Detalles artísticos: Los azulejos del palacio fueron realizados por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela. Un artesonado con pinturas mitológicas de 1601, procedente de la antigua casa del poeta Juan de Arguijo, adornaba el comedor de Invierno. La escalera principal alberga una puerta con paneles de caoba con relieves neorrenacentistas y medallones con retratos.

Un palacio que refleja la historia y la cultura sevillanas: El Palacio de Monsalves es un ejemplo excepcional de la arquitectura historicista sevillana, un espacio donde se entrelazan la historia, la cultura y el arte, ofreciendo a sus visitantes un viaje a través del tiempo en el corazón de la ciudad.