Este 31 de marzo se cumplen tres años desde que la Junta de Andalucía asumiera oficialmente la titularidad del emblemático yacimiento arqueológico de El Carambolo, ubicado en el municipio sevillano de Camas. Sin embargo, el enclave, de gran relevancia para el conocimiento de las culturas tartésicas y fenicias en el suroeste peninsular, continúa pendiente de un plan claro de musealización y apertura al público.
La cesión gratuita de los terrenos, propiedad del Grupo Gabriel Rojas desde el año 2000, fue formalizada por la Junta en 2023, tras un protocolo de colaboración firmado en 2022. Desde entonces, aunque se han dado algunos pasos técnicos, como jornadas científicas y labores de limpieza, el lugar permanece sellado y sin uso divulgativo, pese al interés generalizado por su riqueza patrimonial.
El cerro del Carambolo, declarado Bien de Interés Cultural en 2016, conserva vestigios que abarcan desde la Edad del Cobre hasta la Protohistoria, destacando un antiguo santuario fenicio relacionado con el célebre tesoro descubierto en 1958. En su momento, se proyectó allí un complejo hotelero que integrara los restos arqueológicos, pero la Junta frenó la iniciativa ante la necesidad de preservar el entorno.
Atención académica del yacimiento
En enero de 2024, el enclave volvió a centrar la atención académica durante unas jornadas técnicas en las que participaron destacados especialistas en arqueología, arquitectura y conservación patrimonial. Entre ellos, figuras como Araceli Rodríguez, Álvaro Fernández, José Luis Escacena o Eduardo Mosquera coincidieron en la necesidad de un modelo de intervención de bajo impacto, que contemple la participación ciudadana y respete la personalidad del yacimiento.
“El consenso apunta a un espacio que sea comprensible para el gran público, sin caer en soluciones invasivas que desvirtúen su esencia”, explicaba el catedrático Escacena. Se apuesta por un centro de interpretación o espacio de acogida con un diseño respetuoso con el entorno natural del cerro.
En la misma línea, el arqueólogo Álvaro Fernández defendía hace años el «gran potencial» del lugar como recurso educativo y turístico: “El buen estado de conservación de los restos más antiguos permite plantear soluciones sencillas para facilitar su lectura”.
Actualmente, los trabajos en la zona han incluido un levantamiento topográfico y fotogramétrico, aunque el espacio sigue arrastrando problemas como la presencia de residuos y la ausencia de infraestructuras para su aprovechamiento cultural.
Mientras tanto, la comunidad científica y vecinal mantiene viva la demanda de una actuación decidida que recupere este enclave único y lo convierta en una referencia patrimonial a nivel andaluz y nacional.