Cuidadora, niños y niñas en una guardería en el suelo jugando.
Niños y niñas en una guardería.

La paradoja de las guarderías en Sevilla: más centros, pero cada vez menos alumnos

Las plazas vacías en las guarderías de Sevilla se quintuplican en una década pese a la gratuidad parcial

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El inicio del curso en el primer ciclo de Educación Infantil en Sevilla ha llegado acompañado de una paradoja: cada vez hay más plazas disponibles en las guarderías públicas, pero menos niños que las ocupen.

En apenas diez años, el número de vacantes se ha multiplicado por cinco. Si en 2015 había unas 2.000 plazas sin cubrir, este septiembre la cifra se eleva a casi 10.000 en los 609 centros públicos y de convenio de la provincia.

Los datos ponen de manifiesto una tendencia sostenida: mientras el número de menores escolarizados en este ciclo ha crecido apenas en 2.500 en diez años, la oferta pública se ha disparado en 10.000 plazas.

La causa principal es la fuerte caída de la natalidad, un fenómeno que comenzó tras la crisis de 2008 y que se agravó después de la pandemia. Según el Instituto Nacional de Estadística, en la provincia de Sevilla nacen hoy 6.000 niños menos que hace una década.

La Junta de Andalucía puso en marcha la gratuidad total de la matrícula para los menores de dos años con la esperanza de impulsar la escolarización.

No obstante los efectos aún no son visibles. “No hemos notado un aumento significativo en esta franja de edad”, señala a Diario de Sevilla Carmen Barroso, directora de la escuela infantil municipal Nemo, en Tomares.

En su centro, con 33 niños matriculados, la cifra se mantiene estable: el mismo número que pasa al colegio es el que entra cada curso.

Para las profesionales del sector, la medida es positiva pero insuficiente. Reclaman que la gratuidad se extienda a todo el ciclo, desde los 0 años, para revertir el exceso de plazas vacías que pone en riesgo la viabilidad de muchos centros. “Si no se amplía, habrá escuelas que no puedan resistir”, advierte Barroso.

Una provincia con alta tasa de escolarización en Sevilla

El esfuerzo de las administraciones ha llevado a Sevilla a situarse entre las provincias europeas con mayor tasa de escolarización temprana. Hasta hace poco más de una década, la comunidad estaba muy lejos de los estándares mínimos de la Unión Europea.

Hoy, en cambio, la provincia roza cifras récord con 23.339 menores inician este septiembre el primer ciclo de Infantil, una cifra ligeramente superior a la del curso pasado.

Sin embargo, este avance tiene un efecto colateral: la oferta ha crecido a mayor ritmo que la demanda. En 2015 había 365 centros de titularidad pública o en convenio; hoy son 609. El resultado es un escenario con abundancia de recursos pero sin un número de alumnos suficiente para cubrirlos.

A la caída demográfica se suma un factor social que también frena la escolarización: el teletrabajo. Como explica Manuela Fuertes, gerente de la escuela Nimo, muchas familias han reorganizado su vida laboral y personal desde la crisis sanitaria.

“Hay padres y madres que trabajan desde casa y prefieren tener a sus hijos con ellos o dejarlos al cuidado de una persona, opción más barata mientras la gratuidad no se extienda a todas las edades”, señala.

La educación infantil en España, tanto en el primer como en el segundo ciclo, no es obligatoria, lo que otorga a las familias un margen de decisión mayor que en etapas posteriores. Esa flexibilidad, sumada a la falta de nacimientos y a los cambios en la organización doméstica, está detrás del creciente número de vacantes.

La situación abre un debate de fondo que es saber cómo garantizar la sostenibilidad de las escuelas infantiles en un contexto de población menguante. Para los centros, mantener el equilibrio económico con menos alumnos supone un desafío constante.

Para las administraciones, la prioridad pasa por adaptar las políticas educativas y de conciliación a una realidad cambiante.

De momento, el nuevo curso arranca en Sevilla con un dato claro y es que sobran plazas en las guarderías. Y aunque la gratuidad para los niños de dos años supone un alivio para muchas familias, la medida no ha logrado revertir todavía la tendencia descendente de la natalidad ni los hábitos adquiridos en la última década.