La miniserie ‘1992’, de Álex de la Iglesia, desata la polémica en redes sociales por su visión estereotipada de Sevilla

Las críticas no se limitan a detalles menores, sino que apuntan a aspectos clave que, para muchos, distorsionan la imagen de la ciudad y afectan la credibilidad de la historia

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Netflix y la serie "1992".
Serie "1992" de Álex de la Iglesia.

La reciente miniserie 1992, dirigida por Álex de la Iglesia y estrenada en Netflix, ha despertado un intenso debate en redes sociales. Con seis episodios ambientados en la icónica Expo’92 de Sevilla, la trama sigue a una viuda y un expolicía que investigan una serie de macabros asesinatos vinculados al evento, en los que todas las víctimas aparecen quemadas junto a un muñeco de Curro, la emblemática mascota de la Exposición Universal. Aunque el proyecto prometía ser una fascinante mezcla de thriller y homenaje a uno de los eventos históricos más importantes de España, la recepción del público ha sido mayormente negativa.

Críticas generalizadas en redes sociales

Desde su estreno, plataformas como X (antes Twitter) y TikTok se han inundado de comentarios críticos hacia la serie, que ha sido acusada de perpetuar clichés sobre Sevilla y de cometer numerosos errores de documentación. Las críticas no se limitan a detalles menores, sino que apuntan a aspectos clave que, para muchos, distorsionan la imagen de la ciudad y afectan la credibilidad de la historia.

Un ejemplo recurrente es la escena en la que la protagonista llega en AVE a la estación de Santa Justa y, al salir, se encuentra con un coche de caballos en la zona de taxis. Esta representación, considerada poco fiel a la realidad, ha sido objeto de burla en TikTok, donde una usuaria señaló: «Álex de la Iglesia, ¿tú te has bajado alguna vez del tren en Santa Justa? ¿Desde cuándo hay coches de caballos esperando fuera?».

A este detalle se suma la imagen de dos personas con aspecto marginal en la estación, insinuando un ambiente de inseguridad que ha indignado a muchos sevillanos. «Aquí no hay ese peligro. Parece que han querido retratar una Sevilla oscura y peligrosa, pero esa no es nuestra realidad», criticaba la misma usuaria, cuyo vídeo se volvió viral.

Errores históricos y culturales

Otros errores señalados en la serie tienen que ver con la representación de las tradiciones sevillanas. Una escena en particular muestra a nazarenos participando en el ensayo de una cofradía, algo que ha sido calificado como un anacronismo por los espectadores más familiarizados con la Semana Santa. «¿Cuándo ha habido nazarenos en un ensayo de costaleros? Eso simplemente no ocurre», se lamentaba una crítica en redes.

Además, la omnipresencia de la lluvia en la serie ha desconcertado a los espectadores. Sevilla es conocida por su clima seco y caluroso, con muy pocos días de lluvia al año, lo que ha llevado a muchos a preguntarse si la ambientación responde más a una licencia artística que a una intención de retratar fielmente el contexto de la Expo’92.

Una oportunidad desaprovechada

Los comentarios negativos no solo se centran en los errores específicos, sino también en la percepción de una falta de cuidado general en la producción. «Menuda oportunidad desaprovechada», lamentaba un usuario en X, reflejando el sentir de muchos que esperaban una representación más auténtica y enriquecedora de Sevilla.

La serie, que se presentaba como una gran apuesta por parte de Álex de la Iglesia, ha terminado dividiendo a la audiencia. Mientras algunos defienden la propuesta por su tono oscuro y su enfoque original, otros consideran que los fallos en la ambientación y la narrativa han saboteado lo que podría haber sido un homenaje a la ciudad y al evento histórico que marcó un antes y un después para España.

«1992» pone de manifiesto un problema recurrente en las producciones que buscan retratar lugares icónicos: la delgada línea entre la licencia artística y la fidelidad cultural. En un contexto en el que las plataformas de streaming tienen un alcance global, las críticas hacia la serie reflejan la necesidad de una mayor sensibilidad y documentación para evitar caer en estereotipos que no solo desvirtúan la historia, sino que también alienan a los espectadores locales.

Por ahora, 1992 queda como un aviso serio de que la ficción, aunque no está obligada a ser completamente fiel a la realidad, debe respetar las identidades culturales que utiliza como escenario.