La inseguridad ciudadana se ha convertido en un problema creciente en el Polígono Norte y el barrio de La Macarena en Sevilla, dejando a los vecinos preocupados y exigiendo soluciones urgentes. Las calles que alguna vez fueron tranquilas ahora se perciben como un escenario de robos, vandalismo y falta de vigilancia policial, según testimonios de los residentes.
“No podemos salir tranquilos ni siquiera para hacer la compra. Hace dos semanas me robaron el bolso en plena luz del día”, relata Carmen Ortiz, vecina del Polígono Norte desde hace más de dos décadas. Su experiencia no es aislada; otros vecinos también comparten historias similares que reflejan un patrón preocupante.
Los actos vandálicos y los robos en viviendas y comercios han aumentado, según datos recogidos por asociaciones vecinales. En La Macarena, también se han informado de incidentes de peleas en la vía pública y daños materiales a vehículos estacionados. “Mi coche ha aparecido con los cristales rotos tres veces este año y sé que volverá a pasar”, comenta indignado Antonio López, vecino de la zona.
La percepción de inseguridad también afecta la vida cotidiana de los vecinos. Muchos afirman evitar salir de noche o utilizar ciertas calles consideradas peligrosas. “Esto ya no es vida. Nos sentimos presos en nuestras propias casas”, señala María García, una jubilada que vive en La Macarena.
Promesas y poco más
Las quejas han llegado hasta el Ayuntamiento de Sevilla, donde los vecinos exigen un aumento en la presencia policial y una estrategia clara para combatir la delincuencia. Sin embargo, la respuesta oficial ha sido limitada, con promesas de refuerzos que, según los vecinos, no se han traducido en acciones concretas. “Nos dicen que están trabajando en ello, pero no vemos resultados”, subraya Miguel Torres, vecino de la zona.
Además, los vecinos critican la falta de recursos para iniciativas de prevención y educación en la zona. Muchos señalan que el abandono social también es parte del problema. “No solo necesitamos más policías, también programas para los jóvenes que están cayendo en la delincuencia”, enfatiza Laura Medina, una trabajadora del Polígono Norte.
En el Polígono Norte, la situación parece especialmente alarmante debido a la presencia de edificios abandonados y la falta de iluminación en varias calles. Estos espacios desolados se han convertido en puntos de encuentro para actividades delictivas. “De noche es como si esto fuera una ciudad fantasma. Si no fuera por los pocos vecinos que quedamos, nadie se atrevería a cruzar por aquí”, asegura Pedro Jiménez, propietario de un pequeño comercio en la zona.
Miedo de los padres
Las escuelas locales también se han visto afectadas, con niños y adolescentes enfrentando riesgos en su camino diario a clase. Algunos padres han optado por acompañar a sus hijos para evitar incidentes. “No puedo permitir que mi hija de 12 años camine sola. Cada día me preocupa lo que pueda pasar”, comparte Rosario Martínez, madre de dos estudiantes.
Por su parte, los comerciantes de La Macarena también han alzado la voz. Los frecuentes robos y destrozos en sus negocios han causado pérdidas económicas que amenazan su sostenibilidad. “Si esto sigue así, no tendré más remedio que cerrar. Los seguros no cubren todo y no hay protección real”, explica Rafael Morales, dueño de una tienda de comestibles.
La situación también ha encendido el debate político. Partidos de la oposición han acusado al gobierno municipal de inacción, mientras que este asegura que está implementando medidas a medio y largo plazo. Entre estas iniciativas, se incluye un proyecto piloto de cámaras de seguridad y el refuerzo de actividades culturales para integrar mejor a las comunidades.
A pesar de estas propuestas, los vecinos insisten en que los cambios deben ser inmediatos. La inseguridad no solo pone en riesgo la integridad de los ciudadanos, sino que también afecta a la calidad de vida en dos de los barrios más emblemáticos de Sevilla. Por ahora, los residentes siguen esperando que sus calles recuperen la tranquilidad perdida.