
Cincuenta años del crimen de Los Galindos: un misterio que se esconde entre sombras e irregularidades
En 2015, por ejemplo, se perdió parte del sumario y las armas implicadas durante un traslado judicial

Este martes se cumplen 50 años de uno de los crímenes más misteriosos e impactantes de la historia reciente de España. El 22 de julio de 1975, cinco personas fueron brutalmente asesinadas en el cortijo de "Los Galindos", una finca agrícola situada en Paradas (Sevilla). Medio siglo después, las preguntas esenciales del caso —quiénes mataron y por qué— siguen sin respuesta, todo ello envuelto en un sinfín de teorías, errores procesales y silencios prolongados.
La escena del crimen, el entonces cortijo de los marqueses de Grañina, apenas ha cambiado con el paso del tiempo. Hoy, bajo el nombre de "Nuestra Señora de las Mercedes", permanece casi intacto, rodeado de campos de girasoles y protegido por sistemas de seguridad modernos que impiden acercarse a los curiosos. Pero la tranquilidad actual contrasta con el horror vivido aquel día de verano en plena transición política de un país que todavía vivía bajo la sombra del franquismo.
Una matanza inexplicable y ejemplo de imperfecto "crimen perfecto" en Los Galindos
La secuencia de los hechos, de los asesinatos refleja una violencia desmedida. Así encontramos que la primera víctima fue Manuel Zapata, capataz de la finca y exguardia civil, asesinado con una pieza agrícola llamada "pajarito" y rematado con una horca clavada en el pecho.
Su esposa, Juana Martín, murió en su vivienda después de ser golpeada brutalmente, probablemente por alguien que conocía, pues estaba sentada al momento del ataque.
Luego fue el turno del matrimonio compuesto por José González, tractorista de la finca, y su esposa Asunción Peralta, que fueron golpeados y parcialmente calcinados en un almiar.
Por último, Ramón Parrilla, otro trabajador, al que le pegaron varios tiros al llegar a cargar agua y finalmente rematado cuando intentaba huir. Su cuerpo fue ocultado bajo paja.
El hallazgo de los cadáveres se produjo de forma escalonada. Cuatro fueron encontrados el mismo día por un trabajador llamado Antonio Fenet, alertado por el humo del almiar. Zapata, sin embargo, apareció después de tres días después en una zona ya registrada por las autoridades, lo que alimentó la hipótesis de que su cuerpo fue movido deliberadamente. Durante un breve tiempo, incluso fue considerado sospechoso.
Sospechas, errores y desapariciones, un desastre de investigación
La investigación estuvo marcada desde el principio por graves irregularidades como que la escena del crimen no fue preservada adecuadamente, hubo contradicciones graves en las diligencias y pistas que desaparecieron inexplicablemente.
En 2015, por ejemplo, se perdió parte del sumario y las armas implicadas durante un traslado judicial. Estos hechos descritos alimentaron las sospechas de que alguien con poder pudo haber intervenido para entorpecer la resolución del caso.
El juez Heriberto Asencio, quien retomó el caso en 1981, fue determinante para cambiar la percepción de los hechos. Gracias a su intervención, se ordenó una exhumación de los cuerpos, realizada por el catedrático Luis Frontela, que demostró que González también había sido asesinado y no murió en el fuego, como se creyó en un principio. Este hallazgo alivió a su familia, que durante años cargó con el estigma social de tener a un presunto asesino entre sus miembros.
Asencio reconoce que no pudo determinar cuántos asesinos actuaron, pero que, por el tipo de acciones cometidas, al menos debieron ser dos personas, dos asesinos mínimo. Las motivaciones reales aún son objeto de especulación. Una de las teorías más sólidas apunta a un posible fraude con el trigo de la finca y un intento de silenciar a quien lo descubrió. También se sospecha de la implicación de figuras cercanas al marqués, dueño del cortijo, cuyo comportamiento tras el crimen —como su abrupta separación de la marquesa, de su esposa que eran la heredera del dinero familiar— genera aún interrogantes.
Medio siglo de silencio y un gran misterio
El crimen de Los Galindos es uno de los pocos casos de asesinato múltiple en España que sigue sin resolverse tras cinco décadas. Asencio lamenta que desde el inicio no se aplicaran los protocolos adecuados y que el relevo judicial y las decisiones poco claras desde el Consejo General del Poder Judicial contribuyeran al estancamiento del caso.
Afirma que, con los métodos actuales —e incluso con los de entonces, si se hubieran aplicado de forma adecuada, correctamente— se habría avanzado mucho más en esclarecer todo lo ocurrido.
A sus ojos, este crimen ha quedado grabado como una herida sin cerrar en la memoria judicial del país. "Me marcó tanto que, cada mes de julio, alguien me llama para preguntarme por él", confesó el magistrado durante una reciente entrevista a Diario de Sevilla.
Los Galindos no es solo una historia de violencia inexplicable y un misterio, es también de silencios institucionales, errores encadenados y familias que nunca encontraron justicia. Medio siglo después, el eco de aquel julio de 1975 sigue resonando en los campos de Paradas, como un grito que aún espera ser escuchado y un enigma que también espera a ser desvelado.