Causas de la crisis en los trenes AVE y miles de pasajeros afectados

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Una nueva jornada de caos ferroviario ha vuelto a poner en entredicho el estado del servicio de alta velocidad en España. El pasado lunes, un fallo en la catenaria —el sistema de alimentación eléctrica— entre Los Yeles (Toledo) y La Sagra (Madrid) provocó una interrupción total del tráfico ferroviario en el corredor Madrid-Andalucía. La incidencia dejó a miles de pasajeros atrapados en estaciones y a bordo de trenes detenidos durante más de 14 horas, en condiciones que muchos describieron como indignas y peligrosas.

Este episodio, que afectó a 52 trenes y a más de 6.000 pasajeros, ha sido el tercero de semejante magnitud en menos de dos meses, lo que ha encendido todas las alarmas sobre el creciente deterioro del servicio ferroviario español, en especial en la red de Alta Velocidad Española (AVE), hasta hace poco considerada una de las más eficientes de Europa.

Una avería más en una larga lista

La avería, producida por la caída de tensión en la catenaria, dejó completamente paralizado un tramo estratégico del sur peninsular desde las 20:30 del lunes hasta pasadas las 11:00 de la mañana del martes. Uno de los trenes más afectados fue un AVE que cubría el trayecto Murcia-Málaga y que permaneció varado durante toda la noche con 318 pasajeros a bordo, sin posibilidad de evacuación por estar bloqueado entre otros trenes.

“Llevamos más de 13 horas atrapados en mitad de un llano en Toledo, sin electricidad, sin baños, con un calor insoportable y rodeados de insectos”, relataba indignado uno de los pasajeros a través de la red social X. Las escenas en la estación de Atocha, donde se registraron retrasos de hasta cinco horas, fueron igualmente caóticas.

La incidencia provocó alteraciones en 18 servicios Avant y 26 trenes AVE, afectando también a los trayectos de las operadoras privadas Ouigo e Iryo. La situación fue especialmente grave en ciudades como Sevilla, Málaga, Cádiz, Granada y Toledo, donde miles de viajeros vieron truncados sus planes sin apenas información ni atención por parte de las compañías.

Causas de una crisis sistemática en los AVE

Este no ha sido un caso aislado. Solo en los últimos meses, el servicio de trenes ha sufrido tres grandes crisis: el apagón general del 28 de abril, un robo de cable en mayo que dejó varada la línea Madrid-Sevilla durante horas, y ahora esta nueva avería técnica.

Los expertos apuntan a una combinación de factores que explican esta creciente inestabilidad del sistema:

Infraestructura envejecida y falta de mantenimiento: Aunque la red AVE fue durante años una de las joyas del transporte español, muchas de sus infraestructuras clave, como las catenarias o sistemas de señalización, están empezando a mostrar signos de desgaste. Técnicos de Adif reconocieron este martes que la reparación de la avería fue "más compleja de lo previsto", lo que evidencia una posible falta de previsión y planificación.

Saturación del corredor sur: El eje Madrid-Andalucía es uno de los más transitados del país. A ello se suma la entrada de nuevos operadores privados, como Ouigo e Iryo, que han incrementado la densidad de tráfico sin una actualización proporcional de la infraestructura.

Falta de personal técnico especializado: La externalización de servicios y jubilación de técnicos experimentados han debilitado la capacidad de respuesta rápida ante emergencias. Durante la avería de este lunes, fue necesaria la intervención de servicios de emergencia y ayuntamientos para asistir a los pasajeros, incluyendo el traslado de una mujer de 84 años al hospital por insuficiencia respiratoria.

Gestión deficiente y falta de comunicación: Numerosos pasajeros denunciaron la falta de información durante las horas de parón. Las compañías ferroviarias ofrecieron respuestas tardías o directamente inexistentes, y muchos usuarios tuvieron que asumir gastos adicionales en taxis o alojamientos sin asistencia por parte de Renfe o las operadoras.

Malestar político y social en aumento

Las reacciones políticas no se hicieron esperar. El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, exigieron explicaciones inmediatas al Gobierno central, acusando al Ministerio de Transportes de “inoperancia” y “abandono de los servicios públicos”. La consejera de Fomento, Rocío Díaz, fue más allá, denunciando la falta de planificación y acusando al Ejecutivo de centrarse en “todo menos en gestionar”.

Este episodio ha dejado en evidencia un sistema ferroviario que, pese a ser uno de los más modernos del mundo, sufre una crisis profunda de mantenimiento, inversión y gestión. La imagen de decenas de pasajeros sentados en el suelo de las estaciones, soportando temperaturas extremas y sin información, contrasta con el ideal que se había proyectado del AVE español como modelo de modernidad y eficiencia.

Mientras los usuarios continúan exigiendo soluciones, y las redes se llenan de denuncias e imágenes del caos vivido, las autoridades ferroviarias y el Gobierno central se enfrentan a una pregunta inevitable: ¿Está el AVE español preparado para seguir siendo una columna vertebral del transporte en el siglo XXI?

Sin un plan de inversión urgente en mantenimiento, una mejora en la coordinación entre operadores y un refuerzo real de los protocolos de emergencia, el riesgo es que la Alta Velocidad pierda la confianza de los usurarios, que hasta hace poco la consideraban sinónimo de puntualidad, fiabilidad y calidad. Hoy, para muchos, subirse a un tren es más una apuesta que una certeza.