28-F, la lucha por la autonomía andaluza en la historia de España

A pesar de ello, el 28 de febrero sigue siendo una fecha clave en la memoria colectiva andaluza

Actualizado:
Bandera andaluza ondeando al viento.
La bandera de Andalucía.

Hace más de cuatro décadas, Andalucía se convirtió en la única comunidad sin estatuto previo durante la Segunda República que accedió a la autonomía por la llamada «vía rápida», en igualdad de condiciones con Cataluña, Euskadi y Galicia. El referéndum del 28 de febrero de 1980 marcó un antes y un después en la historia de la región más poblada de España, pero su consecución no estuvo exenta de obstáculos, enfrentamientos y sacrificios.

El camino hacia la autonomía estuvo marcado por movilizaciones multitudinarias y enfrentamientos con el Gobierno central. La manifestación del 4 de diciembre de 1977, en la que el joven Manuel José García Caparrós perdió la vida tras recibir un disparo de la Policía en Málaga, simbolizó el clamor popular por el autogobierno. La sociedad andaluza, desde diferentes sensibilidades políticas, coincidía en la necesidad de romper con la marginación económica y social que históricamente había sufrido la región.

En 1978, el Pacto de Antequera sentó las bases del proceso autonómico. En él, once partidos políticos se comprometieron a luchar por la vía del artículo 151 de la Constitución, que permitía un acceso inmediato a la autonomía sin los cinco años de espera que exigía el artículo 143. La lucha, sin embargo, se vio amenazada por numerosos escollos políticos y administrativos.

El referéndum de 1980 evidenció la voluntad de los andaluces de asumir su propio destino, aunque el resultado en la provincia de Almería estuvo a punto de truncar el proceso. La baja participación en ese territorio dejó en el aire la validez de la consulta, lo que obligó a una reforma legal que permitiera validar la voluntad mayoritaria del conjunto de la comunidad. Con el 55,42% de los votos a favor, Andalucía logró finalmente su objetivo.

Los desafíos de la Andalucía autonómica

En 1980, Andalucía presentaba un panorama desolador: un 15% de su población era analfabeta, la tasa de desempleo superaba el 18% y las infraestructuras eran deficitarias. Hoy, aunque la comunidad ha progresado en muchos aspectos, sigue arrastrando problemas estructurales como el desempleo y la desigualdad. Para algunos historiadores, como Carlos Arenas, lo conseguido el 28-F no ha respondido plenamente a las expectativas de desarrollo y bienestar que movilizaron a la sociedad andaluza hace más de cuatro décadas.

A pesar de ello, el 28 de febrero sigue siendo una fecha clave en la memoria colectiva andaluza. Es el recuerdo de una lucha que trascendió ideologías y unió a toda una región en la aspiración de un futuro más justo y equitativo. Hoy, el debate sobre el alcance y los logros de la autonomía sigue abierto, pero lo que nadie cuestiona es el significado histórico de aquella jornada que cambió el rumbo de Andalucía para siempre.