La historia del Puerto de Sevilla se remonta a la época romana, cuando era uno de los más activos de la Península Ibérica. Su importancia se refleja en la elección de Sevilla como Puerto de Indias por los Reyes Católicos, decisión basada en una larga tradición comercial que comenzó con los fenicios y continúa hasta nuestros días.
Los últimos estudios revelan que el Puerto de Sevilla, desde el siglo II a. C., era un punto clave para el comercio marítimo romano. Entre las mercancías que se exportaban desde Hispalis se encontraban aceite, minerales, vino, sal, pescado y trigo. La producción de ánforas en la zona, evidenciada por la existencia de un gran alfar en el actual Parlamento de Andalucía, era fundamental para el transporte de estas mercancías a Roma. Se estima que en su apogeo, el puerto movía alrededor de 18.000 toneladas de productos al año.
Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz diversas instalaciones del puerto romano. Para comprender su ubicación, es necesario tener en cuenta la evolución del río Guadalquivir a lo largo del tiempo. En la Antigüedad, Sevilla se encontraba prácticamente a la orilla del Lago Ligustino, un mar interior que hoy en día es una zona de marismas y campos. El río discurría por lo que hoy son la Alameda de Hércules, Trajano, Plaza del Duque, Campana y Sierpes, hasta desembocar en el Lago Ligustino.
Los diferentes enclaves del puerto
En época Republicana, el Portus Hispalensis se situaba cerca del actual Palacio Arzobispal. Se han encontrado posibles restos de almacenes portuarios en Peris Mencheta, Plaza de la Encarnación, calle Cuna y Cuesta del Rosario.
Ya en época imperial, dos grandes focos portuarios se desarrollaron:
Palacio de San Telmo y la Florida: Accesible por el río Tagarete, este núcleo contaba con un edificio porticado de 1.000 metros cuadrados, un santuario a la diosa Némesis y una explanada para el almacenamiento de ánforas.
Palacio Arzobispal: Se han encontrado posibles restos de almacenes portuarios en sus alrededores.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes en las excavaciones del Patio de Banderas (2009-2014) fue un gran edificio portuario datado entre finales del siglo II a. C. y el primer tercio del siglo III d. C. La estructura fue devastada por una fuerza exterior que los arqueólogos denominaron «evento energético».
¿Tsunami o ciclón?
Aunque la prensa inicialmente sugirió un tsunami originado en la Bahía de Cádiz, los especialistas no se atreven a confirmarlo. El catedrático Enrique García Vargas propone la posibilidad de un «ciclón de estilo tropical sin movimiento sísmico».
Evidencias científicas
Las pruebas científicas, publicadas en la revista Natural Science in Archaeology, apuntan a un evento de gran magnitud. Los análisis de carbono 14, micromorfología, mineralogía, geoquímica, microscopía ultravioleta de fluorescencia y espectrometría de masas, junto a las excavaciones, revelan:
Desplazamiento de los muros por una fuerza «exterior y violenta».
Presencia de materiales constructivos y fauna marina ajenos al edificio.
Gran cantidad de arena, indicio de un oleaje potente.
Exención de tributos
Dos inscripciones halladas en Écija indican que la Bética quedó exenta de pagar tributos entre los años 245 y 253, interpretándose como una declaración de zona catastrófica por parte del imperio.
Conclusiones
Un «evento energético» de gran magnitud devastó el edificio portuario del Patio de Banderas en el siglo III d. C.
La causa precisa (tsunami o ciclón) aún no se ha determinado. El evento probablemente afectó a otras poblaciones de la Bética, lo que llevó a su exención de tributos.