¿Conoces la vieja central térmica de Hytasa?

Su ubicación estratégica, en una explanada abierta, y su voluminosa presencia la convertían en el corazón del complejo industrial

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Vista del interior de la central en Hytasa.
Interior de la vieja central térmica de Hytasa.

En un crepúsculo de junio de 1941, bajo la advocación de San Antonio, el corazón industrial de Sevilla comenzó a latir con fuerza. En las naves de Hilaturas y Tejidos Andaluces, la mítica Hytasa, se encendieron las primeras máquinas, dando inicio a una epopeya que marcaría indeleblemente el barrio del Cerro del Águila y la ciudad entera.

La visión de Gonzalo Queipo de Llano, artífice y promotor de esta aventura industrial, había sido clara y audaz. En un país sumido en la posguerra y con una industria textil catalana paralizada por el conflicto, la necesidad de vestir al ejército franquista era imperiosa. La guerra había dejado al país en ruinas, pero la determinación de Queipo, quien había puesto la primera piedra en 1938, impulsó este proyecto colosal.

La creación de Hytasa fue una gesta que desafió las adversidades. La adquisición de la primera máquina, sorteando las restricciones impuestas por la Segunda Guerra Mundial, fue una odisea en sí misma. La explosión del polvorín de Santa Bárbara, pocos meses antes de la inauguración, obligó a retrasar el inicio de la producción, pero la voluntad de los implicados superó todos los obstáculos.

Finalmente, en 1943, Franco visitó la fábrica, convirtiendo el evento en una gran celebración nacional. Las crónicas de la época hablan de un ambiente electrizado, donde obreros y curiosos vitoreaban al Caudillo con fervor. Hytasa se convirtió en un símbolo de la reconstrucción nacional y en un motor económico para Sevilla.

Sin embargo, detrás de la fachada de progreso y prosperidad, se escondían las sombras de un régimen autoritario y las difíciles condiciones laborales de los trabajadores. Hytasa fue mucho más que una fábrica; fue un reflejo de una época, con sus luces y sus sombras, que dejó una huella indeleble en la historia de Sevilla y de sus habitantes.

Hytasa

En el corazón del Cerro del Águila, un barrio sevillano que comenzaba a tomar forma en los años 20, surgió en 1941 un gigante industrial: Hytasa. Esta fábrica textil, concebida como un motor de desarrollo en plena posguerra, transformaría radicalmente la vida de sus habitantes y marcaría el carácter de todo un barrio.

La visión de Juan Talavera y Heredia, que había diseñado el Cerro del Águila como un barrio obrero con un marcado carácter social, se vio truncada por las dificultades económicas y la especulación inmobiliaria. El sueño de un barrio jardín con viviendas unifamiliares y espacios verdes se desvaneció, dando paso a un entramado de casas de vecinos y viviendas autoconstruidas, muchas de ellas carentes de las mínimas condiciones de habitabilidad. El barrio, con sus calles sin asfaltar y la escasez de servicios básicos, se convirtió en un reflejo de las desigualdades sociales de la época.

Sin embargo, la llegada de Hytasa supuso un punto de inflexión. La fábrica, con su imponente estructura y su actividad frenética, se erigió como un faro de esperanza en medio de un barrio marginal. Miles de obreros encontraron en ella un empleo estable, mejorando significativamente sus condiciones de vida. Hytasa no solo proporcionaba trabajo, sino que también ofrecía servicios sociales a sus empleados, como un centro médico y un economato donde podían adquirir productos básicos a precios asequibles.

La fábrica se convirtió en el corazón palpitante del Cerro del Águila, influyendo en todos los aspectos de la vida de sus habitantes. La cultura popular, las relaciones sociales, incluso el habla local, se vieron impregnados por la presencia de Hytasa. El barrio, que antes era un lugar aislado y olvidado, se transformó en un núcleo industrial con una identidad propia.

Sin embargo, la dependencia económica del barrio en relación a la fábrica también tuvo sus consecuencias. Cuando Hytasa entró en crisis y finalmente cerró sus puertas, el Cerro del Águila se vio sumido en una profunda depresión. La pérdida de empleo masivo y la desindustrialización dejaron una profunda huella en el barrio, que aún hoy lucha por recuperarse.

La historia de Hytasa y del Cerro del Águila es un reflejo de la compleja relación entre la industria, la urbanización y la sociedad en la España del siglo XX. Un relato de sueños, esperanzas y desafíos que continúa resonando en la memoria colectiva de Sevilla.

La central térmica de Hytasa

En el polígono industrial de Hytasa, un conjunto de edificios surgidos en las primeras fases de la fábrica, se erige un monumento a la arquitectura industrial de mediados del siglo XX. Concebido como una pequeña ciudad dentro de la ciudad, este espacio productivo se distingue por su unidad formal y su cuidado diseño, donde el ladrillo visto es el protagonista indiscutible.

Entre estas construcciones, destaca de manera singular la central térmica, un edificio monumental que se alza como un hito en el paisaje industrial. Su ubicación estratégica, en una explanada abierta, y su voluminosa presencia la convierten en el corazón palpitante del complejo fabril. La central térmica no solo suministraba la energía necesaria para mantener la producción ininterrumpida de la fábrica, sino que también se erigía como un símbolo de la capacidad tecnológica y de la ambición industrial de la época.

Su interior, una sucesión de espacios de gran carga simbólica, revela la complejidad y la belleza de la maquinaria industrial. La planta baja, un laberinto de pilares de hormigón armado y espacios oscuros, contrasta con la diafanidad de la primera planta, donde la luz inunda un gran espacio coronado por un balcón que se asoma al Cerro del Águila. En este espacio, los vestigios de la maquinaria industrial, como los huecos que alguna vez alojaron las poleas y las correas de transmisión, se convierten en elementos que nos transportan a un pasado industrial lleno de energía y movimiento.

La central térmica de Hytasa es mucho más que una simple construcción industrial. Es un testimonio de una época, un lugar donde la arquitectura, la ingeniería y la historia se entrelazan. Sus muros de ladrillo, más de 1200 metros cuadrados, sus estructuras de hormigón y sus grandes ventanales son un legado que nos habla de un pasado industrial y de la importancia de preservar nuestro patrimonio industrial como un testimonio de nuestra historia y de nuestra capacidad de transformar el mundo.

El futuro de la central térmica

La Escuela Mercantil de Sevilla ha dado un paso trascendental en su proyecto de expansión al adquirir las naves industriales que, en un principio, habían sido destinadas a albergar un centro de alta tolerancia para personas en situación de exclusión social. Tras la renuncia de la empresa adjudicataria a abrir el albergue en este espacio, la institución educativa ha aprovechado la oportunidad para hacerse con un inmueble de gran valor estratégico.

La operación de compra-venta se formalizó este martes, culminando así un proceso iniciado en 2020 cuando la Escuela Mercantil adquirió la mayor parte de la antigua central térmica. Esta finca, dividida en cuatro inmuebles, ha sido objeto de una serie de transacciones inmobiliarias en los últimos años. La institución educativa, tras un acuerdo con una de las entidades financieras propietarias de las naves, logró hacerse inicialmente con una parte significativa del edificio. Sin embargo, una oferta económica más atractiva por parte de una empresa interesada en gestionar el centro de alta tolerancia puso en peligro la adquisición completa de la finca.

No obstante, la Escuela Mercantil ha demostrado una gran determinación y ha conseguido finalmente hacerse con la totalidad del inmueble. Los planes de la institución pasan por readaptar el edificio para convertirlo en un moderno centro de Formación Profesional, ampliando así su oferta educativa y consolidando su posición como referente en el ámbito educativo de Sevilla.

Esta adquisición supone un hito importante para la Escuela Mercantil, que refuerza su compromiso con la ciudad y con la formación de las nuevas generaciones. La rehabilitación de este antiguo complejo industrial no solo permitirá ampliar las instalaciones educativas, sino que también contribuirá a la revitalización de la zona y a la recuperación de un patrimonio industrial de gran valor.