El Ministerio para la Transición Ecológica ha concluido que Sevilla fue el punto de origen del gran apagón peninsular registrado el pasado 28 de abril, según revela el informe técnico presentado este martes por la vicepresidenta y ministra Sara Aagesen. El documento, elaborado por un comité especial del Gobierno, identifica una “subida de tensiones rápida, sostenida y lineal” en estaciones ubicadas en Sevilla, Granada y Badajoz, que desencadenó una serie de desconexiones en cadena, afectando gravemente la estabilidad del sistema eléctrico.
El fallo comenzó a gestarse hacia las 12:33 horas, cuando se produjo una anomalía de tensión que, en apenas 21 segundos, generó desconexiones en diversas plantas. Las primeras señales del colapso surgieron en Granada, Badajoz y especialmente Sevilla, provocando un efecto cascada que se extendió a otras provincias como Huelva y Cáceres.
Según ha explicado Aagesen en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, el apagón fue consecuencia de un «fenómeno de sobretensiones» que encontró un sistema vulnerable y falto de capacidad de respuesta. Aunque se descarta la existencia de un ciberataque o sabotaje externo, el informe sí identifica “vulnerabilidades, carencias o malas configuraciones de medidas de seguridad” que pudieron exponer la red a mayores riesgos.
Fallos en cadena y falta de control de tensión originarios del apagón
Uno de los elementos críticos señalados en el informe es la insuficiencia de capacidad para controlar la tensión dinámica. El propio programa de control del operador del sistema, Red Eléctrica, contó ese día con el menor número de grupos preparados para esta tarea desde que comenzó el año.
De las diez centrales térmicas que debían estar disponibles para gestionar de forma dinámica la tensión, una se declaró indisponible el día anterior, sin que Red Eléctrica activara un reemplazo. A pesar de contar con suficiente parque de generación, muchas de las centrales retribuidas específicamente para absorber energía reactiva no cumplieron su cometido.
La ministra ha destacado que algunos grupos “no absorbieron toda la reactiva que se esperaba en un contexto de elevadas tensiones”, lo que impidió frenar el avance de la inestabilidad eléctrica. Las dos oscilaciones detectadas media hora antes del apagón agravaron aún más el desequilibrio del sistema.
“Llegamos a un punto de no retorno, a una reacción en cadena imparable, salvo si hubiera existido capacidad para absorber energía reactiva y controlar masivamente la tensión”, ha señalado Aagesen.
Ante esta situación, el Gobierno prepara un decreto ley con medidas urgentes para reforzar la seguridad del sistema eléctrico frente a posibles incidentes similares. Este será aprobado por el Consejo de Ministros la próxima semana, con el objetivo de mejorar la planificación, la supervisión y las capacidades técnicas de respuesta ante fenómenos de tensión extrema.
El apagón del 28 de abril dejó sin suministro eléctrico a cientos de miles de usuarios en varios puntos del país durante varios minutos, y puso de relieve las limitaciones del actual sistema de control de tensiones. La revelación de que Sevilla fue el eje del fallo añade ahora un nuevo enfoque a las responsabilidades técnicas y operativas que deberán depurarse en los próximos meses.