Aunque los esfuerzos de conservación del lince ibérico han dado frutos importantes en las últimas décadas, salvando a la especie de lo que parecía ser una extinción inminente, la situación actual es más preocupante y complicada de lo que parece. A pesar de los éxitos celebrados, las últimas cifras sobre la mortalidad de este felino en su hábitat, especialmente en Andalucía, muestran una realidad inquietante que no debe ser ignorada.
En los últimos meses, Andalucía ha sido testigo de un trágico repunte en los atropellos de linces. En la provincia de Jaén, por ejemplo, solo en septiembre murieron ocho linces atropellados, lo que eleva la cifra a 40 muertes en toda la región durante los últimos ocho meses. Este número representa casi la mitad de los atropellos de linces en toda España. A este ya desolador escenario se suman tres casos recientes de linces abatidos por cazadores furtivos, lo que subraya la continua amenaza que representa la actividad humana.
Lo más desconcertante es que estas tragedias ocurren a pesar de la inversión de millones de euros en programas europeos como Life Iberlince, Life Safe-Crossing y Life Lynxconnect, diseñados específicamente para disminuir la mortalidad de estos animales y mejorar la conectividad de su territorio. A pesar de estos esfuerzos, las cifras indican que los linces continúan enfrentándose a un peligro significativo.
Polémica por la Reclasificación de la UICN
Recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) rebajó la categoría de amenaza del lince ibérico de «en peligro» a «vulnerable». Este cambio ha generado un intenso debate. Si bien es cierto que las poblaciones de linces han aumentado gracias a los programas de cría en cautividad y reintroducción, algunas organizaciones ambientalistas, como Ecologistas en Acción, advierten que este optimismo puede ser engañoso.
Para los ecologistas, el crecimiento poblacional de los linces no debe eclipsar las serias amenazas que persisten. Las muertes provocadas por atropellos y otras causas humanas pueden estar frenando o incluso anulando el crecimiento natural de las poblaciones, poniendo en peligro la estabilidad a largo plazo de la especie. Este temor genera una preocupación generalizada entre los expertos, que cuestionan si la especie está realmente fuera de peligro o si simplemente estamos postergando una nueva crisis.
Subestimación del problema
Uno de los mayores obstáculos para enfrentar esta crisis es la falta de transparencia y la imprecisión en los datos sobre la mortalidad del lince ibérico. A menudo, las autoridades priorizan la comunicación de los logros en conservación mientras que las malas noticias, como los atropellos, no reciben tanta atención. Esto crea una imagen distorsionada de la situación real y dificulta la adopción de medidas efectivas.
Además, las leyes españolas responsabilizan al conductor en los casos de atropello de fauna silvestre, lo que puede estar desincentivando la denuncia de estos incidentes. Muchos conductores prefieren no reportar el atropello de un lince si no hay daños materiales importantes, lo que provoca que las cifras oficiales estén por debajo de la realidad. Por ejemplo, la Dirección General de Tráfico (DGT) informó solo de 10 atropellos de linces en 2022, mientras que estudios locales, como los realizados en el área de Doñana, sugieren que los números reales son considerablemente más altos.
Necesidad de medidas urgentes
Ecologistas en Acción ha señalado la falta de acción por parte de la Junta de Andalucía como un factor clave en la persistencia de estos accidentes. La señalización en las carreteras donde habita el lince ibérico es insuficiente y las medidas adoptadas hasta el momento no parecen ser efectivas. Para reducir las muertes, la organización propone no solo mejorar la señalización vial, sino también desarrollar campañas de concienciación que promuevan una conducción más prudente y respetuosa con la fauna.
Además, piden mayores controles de tráfico y sanciones más severas para quienes no respeten las normas de seguridad vial, especialmente en áreas donde se sabe que los linces cruzan las carreteras con frecuencia.
A nivel europeo, Ecologistas en Acción ha solicitado una auditoría independiente de los fondos destinados a la conservación del lince ibérico. Esta auditoría permitiría verificar si los recursos se están utilizando de manera eficiente y en las áreas que realmente impacten en la protección de la especie, especialmente en la reducción de la mortalidad causada por el tráfico.
La lucha por preservar al lince ibérico no se puede dar por ganada solo porque la población ha crecido. Mientras los atropellos y otras amenazas relacionadas con la actividad humana sigan siendo una constante, los avances en la recuperación de la especie corren el riesgo de desmoronarse. Este problema exige una respuesta que involucre a administraciones, científicos, ecologistas y ciudadanos.