La jornada del Martes Santo en Sevilla arranca bajo la amenaza de un episodio de lluvias y tormentas que podría alterar significativamente el desarrollo de las procesiones. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha elevado al 100% la probabilidad de precipitaciones entre las 12:00 y las 18:00 horas, una franja crítica para la mayoría de los cortejos procesionales.
El parte meteorológico pronostica chubascos acompañados de tormentas durante la tarde, lo que ha puesto en guardia a las hermandades. La experiencia vivida el Lunes Santo, cuando varias cofradías se vieron obligadas a suspender sus salidas o buscar refugio en templos y en la Catedral, ha dejado un ambiente de incertidumbre entre los responsables cofrades, que ya mantienen reuniones urgentes ante la posibilidad de tomar decisiones drásticas.
Pendientes del cielo, minuto a minuto
El temor a una repetición de las precipitaciones del día anterior —que obligaron, por ejemplo, a San Gonzalo a alterar su recorrido— ha llevado a las juntas de gobierno a un seguimiento exhaustivo de las últimas actualizaciones meteorológicas. La tecnología, con radares y modelos por satélite, se ha convertido en una herramienta esencial en este tipo de jornadas marcadas por la inestabilidad.
Aunque se prevé una mejora del tiempo a partir de las seis de la tarde, este posible respiro no elimina las dudas. Las cofradías deberán valorar si es viable mantener sus planes iniciales o aplicar cambios sobre la marcha. La coordinación con el Consejo de Hermandades y las autoridades municipales será clave para reorganizar itinerarios, acortar recorridos o incluso replantear horarios de salida.
Más frío y más incertidumbre
A la amenaza de lluvias se suma un descenso térmico respecto al día anterior. Las temperaturas oscilarán entre los 10 y los 20 grados, lo que podría aumentar la incomodidad para nazarenos, músicos y público, especialmente en caso de parones prolongados.
Así, Sevilla vive otro día de Semana Santa pendiente del cielo. Las hermandades, muchas de ellas centenarias, se enfrentan a una decisión difícil: arriesgarse bajo nubes amenazantes o renunciar a recorrer las calles de una ciudad que, pese al mal tiempo, sigue aguardando el paso de sus imágenes con devoción y esperanza.