Una familia sevillana ha vivido una pesadilla que los ha llevado a mudarse en cuatro ocasiones, sin poder escapar de los fenómenos paranormales que los persiguen desde hace años. La historia comenzó cuando María, la madre de la familia, siendo aún adolescente, jugó junto a unos amigos al conocido juego de Begoña, un acto que marcó el inicio de los extraños sucesos que aún la atormentan.
Los primeros indicios: objetos desaparecidos y ruidos inexplicables
El investigador y fuente, Miguel Ángel Paredes, nos cuenta como la primera experiencia paranormal de María tuvo lugar en la casa de su madre. Poco después de participar en el juego, comenzaron a desaparecer objetos, se escuchaban ruidos extraños y las puertas se cerraban de golpe sin razón aparente. Tanto ella como su hermano fueron testigos de estos sucesos que alteraron la tranquilidad de su hogar.
Con el paso del tiempo, María conoció a Rafael, se casaron y comenzaron una nueva vida juntos. Sin embargo, los fenómenos no cesaron. En su nuevo hogar, mientras ella preparaba oposiciones, los ruidos extraños y los golpes en las paredes fueron constantes. Incluso la radio se encendía sola y la temperatura de las habitaciones cambiaba de forma brusca e inexplicable. La situación llegó a tal punto que Rafael, incapaz de soportar el ambiente cargado, sugirió mudarse.
Segunda vivienda: los fantasmas de un médico
La pareja encontró una casa de segunda mano, esperando que los fenómenos quedaran atrás, pero no fue así. En esta vivienda, los sucesos paranormales no solo continuaron, sino que empeoraron. Empezaron a escuchar gritos de dolor y golpes en la cama como si alguien invisible la sacudiera.
Investigando el pasado de la casa, descubrieron que había pertenecido a un médico que, en el pasado, trató a pacientes con enfermedades psiquiátricas en su propia vivienda. Esta revelación solo aumentó el temor de la familia, que decidió mudarse nuevamente.
Tercera casa: cerca del cementerio
En su tercera casa, aparentemente, los fenómenos desaparecieron por un tiempo. María y Rafael se convirtieron en padres, lo que parecía haber traído algo de calma. Sin embargo, pronto volvieron los sucesos inexplicables. Al estar cerca de un cementerio, comenzaron a escuchar el llanto de niños por las noches, un sonido que en un principio confundían con los lloros de su propio hijo. Pero al revisar las cámaras de seguridad, descubrieron algo espeluznante: alrededor de la cuna del niño aparecían figuras infantiles y una sombra oscura.
El miedo creció cuando María vio marcas de manos pequeñas en la campana de la cocina, y esa misma noche, tanto ella como Rafael presenciaron la aparición de una mujer vestida de época, que parecía levitar frente a la ventana del salón. A pesar de recurrir a un santero y otros métodos de limpieza espiritual, los fenómenos continuaron, lo que llevó a la familia a mudarse por tercera vez.
La cuarta mudanza: un hogar nuevo, pero los fantasmas siguen presentes
Cansados de sus experiencias en viviendas de segunda mano, María y Rafael decidieron comprar un terreno y construir su propia casa, con la esperanza de que empezar desde cero pondría fin a los fenómenos. Durante los primeros años, todo parecía estar en calma, pero luego de cuatro años, los sucesos volvieron.
Un día, el timbre sonó y, al revisar las cámaras de seguridad, María vio a un hombre en la puerta. Sin embargo, al abrir, no había nadie allí. Posteriormente, su hijo Roberto, ya de siete años, comentó que había escuchado las llaves de su padre en la puerta, pero cuando revisaron las grabaciones, no había señales de nadie entrando, aunque la puerta se había abierto sola. A esto se sumaron los recurrentes llantos, risas de niños, carreras y golpes inexplicables.
Con el paso del tiempo, la familia ha permitido la intervención de investigadores paranormales. Se han realizado barridos fotográficos y mediciones de temperatura, donde se detectaron variaciones de hasta seis grados entre habitaciones contiguas. También se han obtenido psicofonías con respuestas directas a las preguntas planteadas, lo que indica una presunta presencia que parece tener alguna relación con María desde aquel día que jugó a Begoña.
A pesar de todos los esfuerzos por encontrar paz, los fenómenos persisten y la investigación sigue abierta. La familia espera respuestas y una solución definitiva para poder vivir sin miedo. «Son los riesgos de jugar a lo que no se sabe» indica Jesús García, un experto en temas paranormales.