En el distrito Macarena, en una zona del barrio habitualmente tranquila, una historia inusual ha requerido de una investigación paranormal. Juan Ruiz, un joven que heredó la vivienda de su abuela tras su fallecimiento, decidió comenzar una nueva etapa en su vida al conocer a Patricia. Ambos se enamoraron y, con el paso del tiempo, Patricia se mudó a la casa de este, dispuestos a compartir la vida bajo el mismo techo. Sin embargo, lo que comenzó como una historia común de amor pronto se transformó en una serie insospechada de fenómenos inexplicables.
Una fría noche de invierno, mientras la pareja estaba en la cama viendo la televisión, comenzaron a escuchar ruidos extraños: arrastre de sillas, portazos y pasos que parecían venir del interior de la casa. Pensando que los sonidos provenían de algún vecino, ambos se levantaron sobresaltados para investigar, pero al llegar al salón, los ruidos se desvanecieron por completo.
No fue un incidente aislado. Tres o cuatro días después, volvieron a escuchar los mismos ruidos. La situación se tornó más inquietante cuando, al comentar lo ocurrido con un vecino de arriba, este les aseguró que no había estado en casa, ya que había pasado unos días de visita en Asturias.
Con el paso del tiempo, los ruidos persistieron y comenzaron a afectar la vida de la pareja. Un vecino los llamó en plena madrugada para reprocharles el supuesto ruido nocturno. Sin embargo, Juan le explicó que ni él ni Patricia estaban en casa, ya que trabajaban de turno de noche. Sorprendido, el vecino quedó desconcertado, ya que no parecía haber otra explicación lógica.
A pesar de las aclaraciones de Juan y Patricia, los ruidos continuaron, al punto de que más vecinos se sumaron a las quejas y llegaron a presentar denuncias formales. La Policía, tras personarse en la vivienda, pudo verificar que la pareja no estaba en casa durante los incidentes, ya que su turno nocturno en el trabajo fue confirmado. La extraña situación solo parecía volverse más enigmática.
Desesperados por la constante presión vecinal, Juan y Patricia decidieron instalar cámaras de seguridad en el interior de la casa para demostrar que no eran responsables de los perturbadores sonidos. Y lo que las cámaras captaron dejó a todos atónitos.
Una madrugada, mientras trabajaban, los ruidos volvieron a resonar en la casa, y al regresar a la mañana siguiente, encontraron a varios vecinos esperándolos fuera de la vivienda, hartos de la situación. Juan, decidido a acabar con el conflicto, los invitó a entrar y revisar las grabaciones de las cámaras. Lo que vieron fue algo que jamás imaginaron. En las imágenes, mientras la casa estaba vacía pudieron ver una especie de sombra en el salón y las sillas se movían solas, y las puertas del mueble del salón se abrían y cerraban sin explicación.
Una visión muy familiar
Juan reconoció de inmediato la silueta de la figura: era su abuela fallecida -o eso cree- la misma que le había dejado la casa en herencia hacía más de 10 años. Impactados por la evidencia, tanto la pareja como los vecinos quedaron sin palabras. Los misteriosos fenómenos parecían tener un origen sobrenatural, y la presencia de la anciana sugería que no quería que nadie más viviera en la casa junto a su nieto.
Ante esta escalofriante situación, Juan y Patricia tomaron la decisión de poner la casa en venta. Aunque sabían que no eran responsables de los ruidos, la convivencia con los vecinos se había vuelto insostenible. Hicieron fotografías de la vivienda para ponerla en redes sociales, pero al revisarlas, se llevaron otra sorpresa: en una de las imágenes del dormitorio, una figura se reflejaba en el espejo del armario. Juan volvió a reconocer la silueta de su abuela, quien parecía seguir ligada a la casa. Ni vídeo ni imágenes debían «ver la luz», pues «imagínate, no venderíamos jamás el piso» decía a la persona que investigó el caso, Miguel Ángel Paredes.
La inquietante pregunta que ahora ronda las mentes de todos es si la abuela de Juan podría estar detrás de los extraños fenómenos. ¿Es posible que su espíritu no quiera que nadie viva en la casa que tanto tiempo fue suya? Los vecinos, aunque asustados, parecen haber encontrado en esta una respuesta a los misteriosos ruidos. Para Juan y Patricia, sin embargo, el único camino era dejar atrás la casa, y con ella, los recuerdos de una presencia que no estaba dispuesta a irse.
La casa de Juan sigue esperando a un nuevo comprador, aunque no todos están dispuestos a convivir con lo inexplicable.