El Cristo de las Mieles, una leyenda en el corazón del cementerio de San Fernando de Sevilla

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Imagen del Cristo de las Mieles.
Cristo de las Mieles de Antonio Susillo en el cementerio de San Fernando de Sevilla.

Al cruzar la puerta principal del Cementerio de San Fernando en Sevilla, avanzando hasta la mitad del mismo, se yergue una imponente figura de bronce te recibe a pocos metros: el Cristo de las Mieles. Obra del célebre escultor sevillano Antonio Susillo, esta escultura monumental no solo destaca por su tamaño y belleza, sino también por una fascinante leyenda que la envuelve.

Susillo, un artista de renombre nacido en la Alameda de Hércules en 1855, esculpió este Cristo con especial dedicación, ya que su situación económica era delicada. Cuenta la leyenda que, al colocar la escultura, se dio cuenta de un error crucial: las piernas del crucificado estaban al revés. La angustia y el remordimiento lo habrían llevado al suicidio en su estudio (aunque las razones fueron otras).

Problemas al enterrar a Antonio Susillo

El trabajo de Susillo era tan impresionante que, a su muerte, muchos lloraron la pérdida. Así que se decidió enterrarlo en el cementerio pero la cardenal de Sevilla se opuso debido a como había muerto. Sevilla fue un clamor y se rebeló contra la decisión. Fue tal la protesta de la ciudad que se dio el beneplácito -la autoridad municipal- para que fuera enterrado en suelo sagrado.

En un primer momento su cuerpo fue alojado en una tumba junto a la del pintor Ricardo Villegas pero treinta años más tarde, tras un artículo en el diario “El Noticiero Sevillano”, se pensó que debía reposar junto a su obra y se asignaron los fondos para hacer la misma que finalizó el 22 de abril de 1.940. Los restos de Antonio Susillo se depositaron a los pies de su Cristo.

Un «milagro» en el Cristo

Tiempo después un empleado del cementerio pasó junto al Cristo y observó que «algo dorado» caía de su boca y brillaba con el sol de la mañana. Aquello parecía un milagro. Corrió a tomar una escalera y subió a ver que era aquel líquido, a la altura de la boca comprobó que no era agua sino miel.

Un panal de abeja se había acomodado en el interior hueco de la figura del Cristo, al calentarse se había derretido y comenzado a brotar de la misma, no era un milagro pero si se ganó que a aquella obra insigne de Susillo se la comenzara a llamar en la ciudad como el Cristo de las Mieles.

La leyenda del Cristo de las Mieles es símbolo de misterio y devoción popular, una obra maestra de la escultura sevillana que podemos encontrar en la rotonda principal del cementerio lo convierte en un punto de referencia y un lugar de recogimiento para miles de visitantes que acuden a admirar su belleza y a reflexionar sobre la vida y la muerte.