En el corazón de Sevilla, serpenteando entre la Plaza de la Campana y la Plaza de San Francisco, se extiende la Calle Sierpes, una de las arterias comerciales más emblemáticas y concurridas de la ciudad. Con sus 385 metros de longitud, esta vía no solo es un referente de la moda y el lujo, sino que también encierra una amplia historia y una leyenda macabra que ha alimentado la imaginación de sevillanos y visitantes durante siglos.
En sus orígenes, la calle era conocida como «Espaderos», debido a la gran cantidad de herrerías y tiendas de armas que se ubicaban en ella. Sin embargo, su nombre actual, Sierpes, está ligado a una leyenda que habla de una serpiente monstruosa que aterrorizó a los habitantes de la ciudad. Se dice que esta criatura habitaba en las alcantarillas y que se alimentaba de niños, sembrando el pánico entre la población. Tras una larga y sangrienta batalla, la serpiente fue finalmente derrotada y expuesta en la calle, lo que le valió el nuevo nombre de «Sierpes».
Algunos historiadores sugieren que podría estar relacionado con la familia Gil de las Sierpes, una de las más poderosas de la Sevilla medieval, o con la presencia de una antigua botica en la que se utilizaba la serpiente como símbolo.
Independientemente de su origen, la Calle Sierpes se ha convertido en un icono de la ciudad. A lo largo de su historia, ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos y ha sido frecuentada por personajes ilustres. En la comedia «El rufián dichoso» de Cervantes, por ejemplo, se menciona una tienda de naipes situada en esta calle.
La Calle Sierpes y su oscura leyenda
A finales del siglo XV, Sevilla se vio envuelta en una ola de terror. Niños comenzaban a desaparecer sin dejar rastro, sembrando el pánico entre los habitantes. Ante esta situación, Don Alfonso de Cárdenas, el gobernante de la ciudad, ofreció una recompensa a quien pudiera resolver el misterio.
Un anónimo se presentó ante él, prometiendo revelar la identidad del culpable a cambio de su libertad. Se trataba de Melchor de Quintana y Argüeso, un bachiller fugitivo que había participado en una rebelión contra el rey. Melchor, que se ocultaba en las galerías subterráneas de la ciudad, aseguró haber encontrado a la criatura responsable de las desapariciones.
Guiado por Melchor, Don Alfonso se adentró en las profundidades de Sevilla. Su asombro fue inmenso cuando se encontraron frente a una criatura monstruosa: una serpiente de gigantescas proporciones, comparable a un basilisco. La bestia, responsable de los horrores que habían azotado la ciudad, fue finalmente exterminada.
La noticia de la terrible criatura se propagó rápidamente por toda Sevilla. La calle donde se había producido el enfrentamiento pasó a ser conocida como la «Calle de la Sierpe», nombre que con el tiempo se transformó en el actual «Calle Sierpes».
Desde entonces, la leyenda de la serpiente ha sido parte de la ciudad de Sevilla. Si bien la veracidad de esta historia es cuestionable, lo cierto es que ha contribuido a forjar la identidad de la calle.