La leyenda del Gran Poder y Juan Araujo, entre la fe, el dolor y la realidad

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Imagen del Gran Poder en las Misiones.
El Gran Poder por el barrio de Nervión.

El Señor de Sevilla, conocido como el Gran Poder, posee una profunda conexión con la ciudad y sus habitantes. Su imponente presencia en las calles despierta una mezcla de emociones en quienes presencian su «caminar». La magistral talla de Juan de Mesa, realizada en 1620, es una de las imágenes más veneradas y con mayor número de devotos en Sevilla. Para muchos, el Gran Poder es una parte fundamental de su vida, y visitarlo en su basílica cada viernes es un ritual de gran significado.

En torno al Gran Poder existe una historia que se ubica entre la leyenda y la realidad. Una de esas narraciones populares que se transmiten de generación en generación, con un trasfondo que combina la fe, el dolor y la esperanza.

Renegar de la fe

La historia nos lleva al año 1965 y nos presenta a Juan Araujo, exfutbolista del Sevilla F.C. Un hombre profundamente devoto del Señor del Gran Poder que se encontraba atravesando una situación personal sumamente difícil: la enfermedad de su hijo -cuenta la leyenda-. Como cualquier padre, Araujo sufría un dolor indescriptible ante la posibilidad de perder a su ser querido. Imploraba día y noche por la sanación de su hijo, pero la tragedia llegó y el pequeño falleció.

La profunda tristeza y el dolor de la pérdida llevaron a Araujo a renegar de su fe. Prometió no volver a pisar la basílica del Gran Poder, afirmando que solo volvería a estar cerca de Él si el Señor mismo acudía a su casa.

Es aquí donde la leyenda se intensifica. Algunos afirman que, tiempo después, el Gran Poder se encontraba en un traslado procesional por las calles de Sevilla, del barrio de Nervión, con motivo de las Misiones. Comenzó a llover u no encontraba refugio salvo un taller, hasta allí se dirigió la comitiva. Al llegar a la altura de la casa de Araujo, la imagen se detuvo de manera inexplicable. La multitud se llenó de asombro y comenzó a murmurar. Se decía que el Señor había acudido a la casa de Araujo tal y como él había desafiado.

Llamaron a la puerta y Juan Araujo bajó: «¿Quién es?» y al otro lado resonó: «El Gran Poder», en ese momento, al abrir la puerta y ver al Señor de Sevilla allí recuperó toda la fe perdida.

La realidad más allá de la leyenda

Sin embargo, la realidad es un poco diferente. Gracias a Antonio Delgado-Roig fue el propio Jesús Araujo, el hijo  de Juan, quien narra que no sucedió así, que él sigue vivo y que lo cierto es que en su taller-garaje se refugió la Virgen pero no el Gran Poder.

A pesar de que la leyenda no es del todo cierta, la historia del Gran Poder y Juan Araujo sigue siendo una fuente de inspiración para muchos. Un relato que nos habla del poder de la fe, la esperanza y el perdón.