Una mezcla de emociones recorre el atrio de la Basílica de la Macarena. Lágrimas de alivio, oraciones susurradas y también gestos de indignación. Tras una segunda intervención realizada en la madrugada del sábado al domingo, la imagen de la Virgen de la Esperanza ha recuperado, para muchos, el semblante que la hizo símbolo de fe y consuelo. Para otros, sin embargo, los recientes cambios siguen siendo motivo de preocupación y malestar.
Me desplacé ayer domingo a la basílica de la Macarena a comprobar por mi mismo las sensaciones de los devotos, fue impresionante. «Cuando la vi hoy, me eché a llorar. Esta sí es mi Esperanza», cuenta entre sollozos María Luisa Romero, una mujer de 72 años que acude cada semana a la Basílica. «El sábado me fui a casa destrozada. No reconocía a mi Virgen. Pero hoy… hoy ha vuelto», dice, agarrando un rosario con fuerza.
La Hermandad, en un gesto que busca aplacar los ánimos tras la controversia, ha convocado una veneración extraordinaria hasta el martes, permitiendo que fieles y hermanos contemplen de cerca a la Virgen «al natural», sin la distancia ni la iluminación de su camarín habitual. La medida ha provocado largas colas desde primera hora del domingo.
Un antes y un después en las intervenciones a la Macarena
La polémica comenzó tras la intervención del sábado pasado, cuando se eliminaron las pestañas postizas y se hicieron algunos retoques que, a juicio de muchos, alteraban profundamente la expresión de la imagen. «Estaba irreconocible», afirma con contundencia Rafael Torres, hermano de la cofradía desde hace más de 40 años. «Parecía otra Virgen. No entiendo cómo se ha podido llegar a esto sin consultar a los hermanos».
Las redes sociales se incendiaron en cuestión de horas, y el descontento fue tal que la Hermandad, según fuentes cercanas, decidió actuar con urgencia durante la madrugada del sábado al domingo. «Lo que han hecho ahora está mejor, claro que sí», dice Lucía Gómez, que acudió con sus dos hijos pequeños. «Ya no tiene esa mirada tan dura. La veo más suave, más como siempre. Pero aún así, esto se podía haber evitado.»
En el entorno de la Basílica se vio aquella noche al restaurador Francisco Arquillo junto a su antigua alumna Fuensanta de la Paz, quienes ya han trabajado en la imagen en el pasado. Sin embargo, también se ha señalado en redes a Esteban Sánchez Rosado como el autor de las modificaciones. La Hermandad no ha emitido confirmación oficial sobre quién realizó exactamente la restauración y su posterior corrección.
Devoción y descontento de los fieles de la Macarena
A pesar del alivio de muchos al ver el nuevo aspecto de la imagen, la división entre los fieles es palpable. Mientras algunos lloran de emoción, otros alzan la voz con indignación. Antonio Delgado, con la medalla de hermano colgada del cuello, no oculta su malestar: «Yo estoy aquí porque la quiero, pero no podemos pasar por alto lo que ha pasado. Esto no es solo una talla, es nuestra madre. Y se ha tocado su rostro como si fuera un objeto».
A raíz de esa indignación, se ha convocado una concentración para este lunes a las 19:00 frente a la Basílica, reclamando transparencia y responsabilidad por lo ocurrido.
Un rostro que vuelve a emocionar
El acto de veneración se está desarrollando en el presbiterio, lo que permite una visión muy cercana de la imagen. En ese espacio sagrado, muchos se detienen largos minutos, rezan, y salen con lágrimas en los ojos. «Le he pedido perdón por haber dudado», confiesa Isabel Morón, emocionada. «Hoy, al verla, he sentido lo mismo que sentía de niña. Gracias a quien haya hecho posible que vuelva a ser Ella.»
El horario de la veneración continuará lunes y martes de 8:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00, para que todos los fieles puedan ver de cerca a la Virgen tras los trabajos de conservación.
La Macarena, tan adorada como símbolo de la Sevilla devota, se ha convertido también en centro de un intenso debate entre tradición, arte y emociones. Pero más allá de las opiniones, hay algo que permanece intacto: la fuerza con la que los fieles se acercan a Ella. Y la frase que, entre lágrimas o con firmeza, resuena en la Basílica y sus alrededores: “Esta sí es mi Esperanza”.