Pocos árboles en la Avenida de la Constitución de Sevilla.
Avenida de la Constitución de Sevilla y la poca arboleda de la misma.

Sin árboles no hay ciudad, demasiado cemento por el urbanismo que seca a Sevilla

No es casualidad que las zonas con mayor arbolado suelan ser también las más habitables y las mejor valoradas

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En Sevilla, el sol no da tregua y el verano está apretando mucho. En esta época se hace evidente lo que muchos vecinos llevan años denunciando y es la falta sombra, faltan árboles y falta una estrategia firme para reverdecer una ciudad que lo necesita con urgencia.

Con algo más de 270.000 árboles en toda la ciudad, entre públicos y privados, Sevilla tiene hoy una cobertura arbórea que no está a la altura del calor que padece. La proporción es clara y los números hablan por si mismos: apenas un árbol público por cada 3,4 habitantes. Una cifra que no es  suficiente para una capital que se asfixia durante meses bajo temperaturas extremas y largas horas de sol.

Árboles que desaparecen en Sevilla y su importancia

A esta escasez se suma una realidad preocupante: el número de árboles no crece, va a peor, sino que disminuye. En los últimos siete años, Sevilla ha perdido más de 3.400 ejemplares, muchos de ellos por talas que no siempre se han acompañado de nuevas plantaciones. Lo que queda es una ciudad con calles peladas, plazas sin sombra y barrios donde los árboles brillan por su ausencia.

La pérdida no es solo visual sino que también ambiental y social. Porque cada árbol que se tala es un filtro de aire menos, una sombra menos, un refugio menos frente al calor.

Los árboles son mucho más que decoración urbana. Son infraestructuras naturales que juegan un papel clave en la salud de la ciudad. Reducen la temperatura ambiente, limpian el aire, retienen el agua de lluvia, amortiguan el ruido y favorecen la biodiversidad. Además, mejoran el bienestar físico y emocional de quienes viven cerca de ellos.

No es casualidad que las zonas con mayor arbolado suelan ser también las más habitables y las mejor valoradas. Porque caminar por una acera a la sombra de una buena arboleda no es solo una cuestión de estética: es una necesidad en ciudades como Sevilla, donde el calor no es una anécdota, sino una amenaza constante durante buena parte del año. Sevilla no sólo debe ser cemento y ladrillo, hacen falta árboles.

Lo que no se planta, se paga

La falta de árboles tiene un precio. Las zonas sin sombra acumulan más calor, elevan la temperatura urbana, aumentan el uso del aire acondicionado y disparan la factura energética. También agravan los problemas de salud relacionados con el calor extremo y la contaminación. Pero es aún peor pues consolidan un modelo de ciudad poco amable, hostil para el peatón y desincentivadora del uso del espacio público.

En Sevilla, hay barrios enteros donde es casi imposible cruzar una calle a pie en verano sin exponerse al sol directo. Y no por falta de espacio, sino por falta de voluntad política, planificación y continuidad en las políticas verdes.

Una oportunidad verde que no puede esperar

Es cierto que existen planes para mejorar la situación, que se habla de aumentar la cobertura vegetal y que hay proyectos en marcha. Pero también es cierto que el ritmo no acompaña a la urgencia. La realidad climática de Sevilla exige medidas ambiciosas, inversiones decididas y una apuesta firme por un urbanismo más verde y más humano.

Plantando árboles no solo ganamos sombra, ganamos ciudad. Una ciudad más habitable, mucho más resiliente y  mejor preparada para los retos del presente y del futuro. Sevilla no puede permitirse seguir perdiendo árboles. Es momento de sembrar, literalmente, otro modelo de ciudad.