Sevilla vuelve a encender las alarmas climáticas. Tras una primavera inusualmente lluviosa y con episodios de calor adelantado, la ciudad se prepara para un verano que, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), podría superar con frecuencia los 40 grados. Las previsiones apuntan a un estío «más cálido de lo normal», especialmente en el mes de julio, cuando será más probable la concatenación de días con temperaturas extremas.
Juan de Dios del Pino, delegado territorial de la Aemet en Andalucía, Ceuta y Melilla, fue claro durante la presentación de la previsión estacional: “Nos enfrentamos a un verano con un 60% de probabilidades de ser más caluroso de lo habitual, y sólo un 10% de que sea frío. Eso deja un 90% de probabilidad de que Sevilla sufra un verano al menos normal o más extremo de lo habitual”. En este escenario, las olas de calor podrían repetir el patrón del año pasado, con entre tres y cuatro episodios.
Una de las causas principales de este fenómeno, explicó Del Pino, será la llegada de masas de aire africano que contribuirán a disparar los termómetros en el sur peninsular. Aunque no es posible anticipar la magnitud exacta de estas olas, la tendencia a veranos cada vez más calurosos es ya una constante en el histórico climatológico.
Protestas en las aulas por el calor en Sevilla
Las consecuencias de esta situación ya se hacen sentir. En varios centros educativos de Sevilla se han producido protestas de familias y profesorado ante la imposibilidad de mantener una actividad escolar normal con temperaturas que, incluso en primavera, han alcanzado valores propios del verano. “No es una sauna, esto es un colegio”, denunciaban esta semana varias asociaciones de padres ante la falta de climatización adecuada en las aulas, una situación que se agrava especialmente en edificios antiguos.
El verano extremo llega tras una primavera que, meteorológicamente, ha sido un reflejo de la volatilidad climática que afecta a la región. Según la Aemet, la primavera de 2025 ha sido la tercera más lluviosa de Andalucía desde que existen registros, con 301,6 milímetros de precipitación acumulada. Gran parte de esa lluvia se concentró en marzo, que rompió récords con 223,9 mm, casi cuatro veces más de lo habitual.
“Cuando hablamos de primavera muy lluviosa, hay que matizar que el mes verdaderamente excepcional fue marzo, con más del 74% del total de las precipitaciones de la estación”, explicó Del Pino. Esta intensa actividad se debió principalmente a la acción de una Dana (depresión aislada en niveles altos) y a una sucesión de borrascas —Jana, Konrad, Laurence, Martihno y Nuria— que impactaron de forma casi consecutiva.
En contraste, los meses de abril y mayo fueron más templados, dentro de los parámetros normales tanto en temperatura como en precipitaciones. Esta dualidad ha llevado a Del Pino a describir la primavera como “anormal dentro de lo normal”, en referencia a la creciente tendencia de fenómenos extremos concentrados en periodos cortos.
Emergencia climática en aumento en Sevilla
La acumulación de primaveras cálidas es otro síntoma de esta nueva normalidad. Desde 2019, todas las primaveras en Andalucía han registrado temperaturas superiores a la media histórica. De hecho, siete de las doce primaveras más calurosas desde 1961 se han producido en lo que va de siglo XXI, lo que, según Del Pino, “refuerza la evidencia de un cambio climático acelerado que ya impacta directamente en nuestras vidas”.
Con el verano a las puertas, las autoridades insisten en la necesidad de extremar las precauciones ante el calor, especialmente en los colectivos más vulnerables como personas mayores, menores y trabajadores al aire libre, incluso con la instalación de los toldos en el centro de la ciudad. Mientras tanto, la ciudadanía sevillana se prepara para otro verano abrasador que, como ya ocurrió en años anteriores, pondrá a prueba la resistencia de infraestructuras, servicios públicos y hogares.