La Junta de Andalucía ha intensificado este 2025 su estrategia contra el virus del Nilo Occidental (VNO), adelantando a mayo el inicio de la vigilancia y control de mosquitos del género culex, principales vectores del patógeno. Este movimiento, motivado por el incremento de casos y fallecimientos en años recientes —11 muertes en 2024—, implica un notable refuerzo tanto en infraestructura como en personal desplegado.
La Consejería de Salud ha multiplicado por más de cuatro el número de trampas instaladas, pasando de 27 en 2024 a 120 esta temporada. Estos dispositivos están ahora distribuidos por todas las provincias andaluzas, con un enfoque especial en las áreas clasificadas como de alto riesgo. El sistema de trampeo se complementa con análisis PCR semanales para una detección temprana del virus en los insectos capturados.
Las condiciones climáticas de Andalucía —con temperaturas que permiten la actividad de estos mosquitos durante gran parte del año— han llevado a las autoridades a ajustar su calendario de actuación. Mientras que en 2023 el dispositivo comenzó en julio, este año se ha adelantado dos meses, coincidiendo con la creciente preocupación por la expansión del virus a zonas donde antes no se detectaba con regularidad.
Un sistema de alertas y control territorial
Todos los municipios andaluces han sido clasificados en tres niveles de riesgo: bajo, medio y alto. En virtud de esta categorización, la detección del virus a menos de 1,5 kilómetros de cualquier núcleo urbano activará de inmediato una alerta sanitaria en la zona afectada.
Además, la Junta trabaja en coordinación con organismos como la Estación Biológica de Doñana-CSIC y diversas diputaciones provinciales para consolidar un sistema integral de monitorización. Este proporciona información semanal sobre la densidad de mosquitos y la posible circulación del virus.
400 agentes movilizados y llamamiento a la ciudadanía
Cerca de 400 agentes de Salud Pública han sido desplegados por toda Andalucía para supervisar las trampas, coordinarse con los ayuntamientos y reforzar los planes locales de protección. Estos profesionales comenzaron su labor en abril, y son clave para identificar focos de riesgo de forma precoz.
La Consejería subraya también la importancia del papel ciudadano en este esfuerzo. La eliminación de aguas estancadas, el uso de repelentes y mosquiteras, así como la vigilancia de posibles síntomas (como fiebre, dolor muscular o confusión) son algunas de las recomendaciones dirigidas a la población, especialmente en las zonas de alto riesgo.
Impacto ambiental: el acuífero de Doñana bajo presión
En paralelo, el desplazamiento del acuífero de Doñana —provocado por las extracciones intensivas de agua para riego— genera preocupación entre los expertos. Este fenómeno podría alterar el equilibrio ecológico de la zona y, potencialmente, influir en los hábitats naturales donde proliferan los mosquitos transmisores del virus del Nilo.
Con esta batería de medidas, Andalucía se posiciona como una de las comunidades más activas en la lucha contra las enfermedades transmitidas por vectores, buscando contener la amenaza del virus del Nilo antes de que la temporada estival dispare su incidencia.