
Preocupante auge de bandas latinas en Sevilla

En los últimos años, Sevilla ha dejado de ser una ciudad ajena a la presencia de bandas latinas para convertirse en un nuevo escenario de su expansión y consolidación de las mismas. Lo que comenzó como una presencia casi simbólica limitándose a algunas pintadas callejeras y ciertos signos de identidad en barrios concretos, ha mutado, ha evolucionado hasta conformar estructuras criminales complejas y activas en actividades violentas tales como el tráfico de drogas, extorsión y delitos tecnológicos.
La primera señal de alerta se produjo en 2011, cuando la Policía Local detectó en la zona de la Macarena símbolos pintados en muros que correspondían a pandillas conocidas como los Latin Kings y los Ñetas, consideradas como muy peligrosas. Estas pintadas, lejos de ser simples actos de vandalismo, representaban una toma de territorio y una declaración de presencia.
Los primeros indicios eran síntomas de una estrategia típica para marcar territorio, captar jóvenes vulnerables y establecer un modelo de dominación a pequeña escala. Aunque en ese entonces Sevilla se encontraba todavía lejos de los niveles de actividad registrados en ciudades como Madrid o Barcelona, el tiempo ha demostrado que la amenaza no era pasajera.
Diferentes bandas latinas en Sevilla
Una década después, los pronósticos más pesimistas se cumplieron. En 2023, la Policía Nacional y la Guardia Civil llevaron a cabo varias operaciones contra diferentes bandas latinas ya consolidadas en Sevilla.
La primera fue la Operación Cripman, dirigida contra miembros de los Crips, una pandilla de origen estadounidense. Se trataba de menores que intimidaban a otros jóvenes para cobrarles por el uso de simbología de la banda en redes sociales. El método era cruel: golpes, escupitajos, humillaciones grabadas en vídeo y publicadas en internet, en un preocupante cruce entre violencia callejera y exhibicionismo digital.
Trinitarios, crimen financiero y estructura profesionalizada
La segunda gran operación reveló el grado de sofisticación que algunas de estas bandas han alcanzado. En mayo de 2023, los Trinitarios fueron el blanco de una redada nacional que incluyó actuaciones en Sevilla. Esta organización no solo actuaba en las calles, sino también en el ciberespacio. Con el uso de técnicas como el phishing y smishing, estafaron más de 700.000 euros. Con ese dinero financiaban abogados, compraban drogas, armas, y mantenían una red de financiación sustentada incluso con criptomonedas.
Bloods, captación de menores y violencia juvenil
A finales de 2023, la Operación Macana se centró en los Bloods, una de las bandas con mayor presencia en Sevilla. Sus líderes mantenían contacto directo con la cúpula en América y buscaban crear una base fija en Andalucía. Parte de su estrategia pasaba por la captación de menores, muchos de ellos españoles, en centros de protección o con antecedentes de desarraigo familiar.
Los rituales de iniciación incluyen castigos físicos, humillaciones públicas, y pruebas como la conocida “de los 31 segundos”, donde el aspirante es golpeado por el grupo. Además de las agresiones físicas, estas bandas promueven un estilo de vida marcado por símbolos, colores y jerga propia. Instagram y otras redes sociales se han convertido en una nueva forma de marcar territorio, sustituir grafitis y difundir propaganda violenta.
Una amenaza en Sevilla
El fenómeno de las bandas latinas en Sevilla ya no puede entenderse como una simple importación cultural. La captación de adolescentes no se limita a jóvenes de origen latinoamericano; cada vez más, los pandilleros son sevillanos de nacimiento, arrastrados por la promesa de pertenencia y poder en contextos familiares rotos o ausentes.
Las autoridades advierten que muchos de estos menores acaban siendo utilizados como correos para transportar droga, aprovechando su menor visibilidad ante la Policía. La dificultad para abandonar estos grupos es otra constante: el miedo a represalias internas y externas convierte la salida de las bandas en un desafío personal y legal.
Lo que empezó como una serie de pintadas aisladas en la Macarena se ha transformado en una amenaza real. Hoy, Sevilla ya forma parte del mapa de las bandas latinas en Europa. Las operaciones policiales han logrado frenar temporalmente su avance, pero los expertos advierten que mientras existan contextos de vulnerabilidad social, el caldo de cultivo seguirá presente.
Las bandas ya no son solo un problema de seguridad; son un síntoma de una fractura social. Porque, más allá del crimen, lo que está en juego es el futuro de decenas de jóvenes que encuentran en estos grupos lo que la sociedad no ha sabido ofrecerles.