Conciertos en el Puro Latino de Sevilla.
Festival Puro Latino en Sevilla.

Por qué La Cartuja se convierte en un punto negro cada vez que hay partido o concierto

La zona más peligrosa de Sevilla en cada jornada del Betis o con espectáculos musicales: sin control ni medidas

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Cada jornada en la que el Real Betis Balompié juega en el estadio de La Cartuja, el entorno de la SE-20, también conocida como ronda Supernorte, se convierte en un punto crítico para la seguridad vial.

Lo que debería ser una fiesta del deporte se transforma en un escenario de riesgo constante, con cientos de aficionados caminando por zonas prohibidas y vehículos circulando a escasos metros de ellos. La suerte —y solo la suerte— ha evitado hasta ahora una tragedia.

La situación se repite partido tras partido. Decenas de personas, muchas de ellas familias enteras con menores, deciden aparcar sus coches en las inmediaciones y cruzar directamente por mitad de la carretera para acortar el trayecto hacia el estadio.

El problema se agrava en los momentos previos al encuentro y, sobre todo, al final del partido, cuando cae la noche y la visibilidad se reduce drásticamente. Raro es ver a alguien que lleve un chaleco reflectante o alguna prenda visible, una práctica básica de prevención que brilla por su ausencia.

Una vía en mal estado y sin control suficiente

El firme de la SE-20 presenta un deterioro notable, con baches y socavones que empeoran cada vez que llueve. En las últimas semanas, las fuertes precipitaciones han obligado incluso a cortar tramos completos de la vía, lo que complica aún más los accesos al recinto deportivo.

Cuando la carretera no está cerrada, se convierte en una auténtica trampa para peatones y conductores: coches que frenan de golpe, personas cruzando entre carriles y tráfico denso en ambas direcciones.

Ayer mismo, durante el encuentro entre el Betis y el Girona, se repitió la escena habitual: aficionados caminando por el asfalto en dirección al estadio, algunos incluso con niños. A la salida, poco después de las 18:00 horas, la falta de luz incrementaba el riesgo. El caos es tal que muchos conductores se ven obligados a detenerse para evitar atropellos.

La falta de presencia policial ha intensificado este peligro. El conflicto laboral entre la Policía Local y el Ayuntamiento de Sevilla ha reducido los efectivos disponibles en fines de semana, dejando la vigilancia en mínimos. Por tercer fin de semana consecutivo, no se instalaron controles de alcohol y drogas, y las patrullas en la zona fueron claramente insuficientes.

En cambio, sí se pudo ver a agentes de la Policía Local de Santiponce, ya que parte del recinto se encuentra dentro de su término municipal. Sin embargo, su presencia es meramente testimonial ante la magnitud del problema.

No solo fútbol: conciertos y festivales agravan la situación

El riesgo no se limita al fútbol. Cada vez que se celebra un concierto o evento multitudinario en La Cartuja o en sus alrededores, la escena se repite. Este verano, durante el festival Puro Latino, cientos de jóvenes deambulaban por el arcén y los márgenes de la carretera, en algunos casos sin iluminación y con vehículos pasando a gran velocidad. De nuevo, la suerte evitó que ocurriera una tragedia, pero el peligro fue evidente.

La falta de infraestructuras adecuadas para el tránsito peatonal y el escaso control en la zona han convertido este punto en una bomba de relojería. Ni hay suficientes pasos señalizados ni una iluminación adecuada en los tramos más conflictivos. A esto se suma la ausencia de planificación municipal para coordinar el tráfico y los accesos cuando coinciden eventos masivos.

Las asociaciones vecinales y algunos colectivos de seguridad vial han alertado en varias ocasiones del problema, reclamando medidas urgentes como la creación de pasarelas peatonales, mayor presencia policial y una mejora integral del firme.

Hasta el momento, no se han anunciado actuaciones concretas por parte del Ayuntamiento de Sevilla ni de la Junta de Andalucía, a pesar de la evidencia del riesgo.

Cada jornada en La Cartuja es una prueba más de que la combinación de aglomeraciones, falta de control y deficiencias en las infraestructuras puede desembocar en una tragedia. Mientras no se adopten medidas efectivas, el entorno del estadio seguirá siendo una zona de peligro latente en cada gran cita deportiva o musical.