Intensa lluvia en Sevilla.
Lluvia intensa en la avenida de la Constitución de Sevilla.

Por qué la Aemet no activó el aviso rojo pese a las lluvias históricas que colapsaron Sevilla

Récord histórico de lluvia en Sevilla, más de 115 litros en un día y un aviso naranja que desata el debate

 

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Las imágenes que dejó Sevilla el pasado 29 de octubre parecían sacadas de otro país con calles convertidas en auténticos ríos, vehículos flotando, vecinos desatascando alcantarillas, alarmas sonando por doquier y hasta deportistas de paddle surf surcando el agua en pleno casco urbano.

El episodio de lluvias torrenciales, que colapsó parte de la ciudad, se convirtió rápidamente en tendencia nacional y reavivó un debate recurrente: ¿por qué la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no activó el aviso rojo, pese a la magnitud de lo ocurrido?

A las 19:00 horas, los Servicios de Emergencias 112 Andalucía ya habían gestionado más de 700 incidencias en la provincia, principalmente por anegaciones de viviendas, garajes y vías públicas. Aun así, la Aemet mantuvo hasta las 20:30 el aviso naranja (riesgo importante) en la campiña y la sierra norte de Sevilla, sin llegar al nivel máximo de alerta.

El día pasará a la historia meteorológica de la ciudad: la empresa municipal Emasesa confirmó que se batió el récord histórico de precipitaciones acumuladas en un solo día, con 115 litros por metro cuadrado.

La última marca databa del 2 de noviembre de 1997, cuando se registraron 109,3 litros. En determinados momentos, la intensidad fue tal que se llegaron a acumular 25 litros en apenas una hora, según datos del Ayuntamiento hispalense.

La polémica del aviso rojo en Sevilla

La situación, ampliamente comentada en redes sociales, llevó a numerosos usuarios a interpelar a la Aemet sobre la ausencia del aviso rojo.

El organismo respondió públicamente a través de su cuenta en X (antes Twitter): “Las lluvias en la provincia de Sevilla han estado dentro del umbral de los avisos naranjas, aunque muy puntualmente se haya podido alcanzar el umbral de aviso rojo. En estos casos, se comunica a Protección Civil la posibilidad de superar el umbral”.

La Aemet recordó además que un aviso naranja ya implica un riesgo importante para la población y los servicios de emergencia, sin necesidad de alcanzar el máximo nivel de alerta. El rojo, explicó el organismo, se reserva para situaciones en las que se prevé un impacto catastrófico en amplias zonas del territorio.

Según Juan de Dios del Pino, delegado de la Aemet en Andalucía, existen dos tipos de avisos meteorológicos relacionados con la lluvia: uno por precipitaciones intensas (cantidad de agua en una hora) y otro por precipitaciones persistentes (cantidad acumulada en 12 horas).

Los umbrales para el primer tipo se sitúan en 15 litros (nivel amarillo), 30 litros (nivel naranja) y 60 litros por metro cuadrado (nivel rojo). En el segundo, las cifras son 40, 80 y 120 litros respectivamente.

En el caso sevillano, la campiña no superó los 60 litros en una hora ni los 120 en 12 horas, por lo que, técnicamente, no se alcanzó el nivel rojo.

No obstante, la propia Aemet reconoció que la situación estuvo muy cerca de esos valores, con previsiones que apuntaban a 50 litros por hora y 110 en 12 horas.

Más allá de los números, los meteorólogos coinciden en que el episodio fue “una borrasca singular, con características subtropicales”, algo cada vez más común debido al cambio climático.

“Tenemos que acostumbrarnos a estos fenómenos extremos, que se intensifican y se repiten con más frecuencia”, advirtió Del Pino.

De hecho, el pasado verano Andalucía sufrió varias olas de calor consecutivas que también rompieron registros históricos. Los expertos subrayan que la combinación de temperaturas extremas, suelos secos y lluvias torrenciales multiplica el riesgo de inundaciones repentinas, incluso cuando los niveles de alerta meteorológica no alcanzan el máximo.

Mientras tanto, Sevilla intenta recuperarse de un día que ya forma parte de su historia climática. Los daños materiales son cuantiosos, aunque no se han reportado víctimas. Lo que sí ha dejado el temporal es una reflexión pendiente sobre la capacidad de anticipación ante fenómenos cada vez más violentos.