
Más carreras ilegales y derrapes nocturnos en las Tres Mil Viviendas
Aunque no es un algo nuevo, los vecinos aseguran que en los últimos meses la situación se ha intensificado

El rugido de los motores, el chirrido de los neumáticos y el olor a caucho quemado se han convertido en el "hilo musical" nocturno para muchos vecinos de las Tres Mil Viviendas. Las carreras ilegales y los derrapes –conocidos como “drift”– se han convertido en una práctica habitual en algunas calles del barrio, generando un clima de inseguridad, molestias constantes y una creciente preocupación vecinal.
Aunque no es un algo nuevo, los vecinos aseguran que en los últimos meses la situación se ha intensificado. A partir de las diez de la noche, especialmente los fines de semana, grupos de jóvenes se reúnen en puntos estratégicos del barrio para exhibir sus habilidades al volante. Algunos vehículos están modificados para alcanzar mayores velocidades o para, específicamente, derrapar con mayor facilidad.
“Es como si viviéramos al lado de un circuito de carreras”, comenta Rosario, vecina de la calle Padre José Sebastián Bandarán. “No solo no podemos dormir por el ruido, sino que tenemos miedo de que un coche pierda el control y se lleve a alguien por delante”.
Los vecinos no se manifiestan por esto?
Solo se manifiestan para que entren autobuses aunque sea de otra empresa importándoles una mierda la integridad de los trabajadores conductores?
A ver si comenzamos a llamar las cosas por su nombre, que ya va siendo hora. https://t.co/rffzCK13WNpic.twitter.com/E7LaQlYDPj— U͙n͙_S͙h͙O͙f͙E͙_ ᵈᵉ _T U S S A M (@Un_Shofe) August 3, 2025
Peligro constante en las Tres Mil Viviendas
Además del ruido, los principales temores de los residentes se centran en la seguridad. Las carreras improvisadas se realizan en calles estrechas y mal iluminadas, donde en cualquier momento podría aparecer un peatón o cruzar un coche ajeno a la actividad y tener un grave accidente. No es raro encontrar marcas de derrapes en el asfalto o restos de neumáticos desgastados en las esquinas.
“Hay niños que no pueden dormir por los sobresaltos, personas mayores que viven con miedo, y ya no hablemos de los que madrugan para trabajar. Esta situación es insostenible”, indica Paco, vecino del Polígono Sur.
La Policía Local reconoce que existe el problema, pero también señala la dificultad para actuar. Los controles se han intensificado y que se han levantado varias sanciones en los últimos meses. Sin embargo, la sensación en el barrio es que las intervenciones son esporádicas y que los organizadores de estas concentraciones ilegales siempre encuentran maneras de evitar la presencia policial.
“No podemos poner una patrulla permanente en cada calle”, reconocen desde el Ayuntamiento, aunque afirman estar trabajando en coordinación con la Subdelegación del Gobierno para reforzar la vigilancia con drones y cámaras en zonas críticas.
Muchos expertos y asociaciones señalan que estas prácticas no solo responden a un deseo de adrenalina, sino también a la falta de alternativas de ocio que tienen los jóvenes del barrio. “El problema no es solo la carrera o el derrape. Es el contexto de exclusión, de falta de oportunidades y de desconexión con el resto de la ciudad”, indica trabajador social que tiene su ámbito laboral en la zona.
Las asociaciones vecinales, por su parte, insisten en la necesidad de medidas urgentes indicando que se necesita de más presencia policial, campañas de concienciación, control del tráfico en horas clave y, sobre todo, inversión en proyectos que ofrezcan a los jóvenes vías alternativas de desarrollo y expresión.
“La gente está cansada de que solo se hable del barrio cuando hay problemas”, se queja y lamenta una vecina. “Queremos que se vea la parte buena, pero eso también pasa por erradicar este tipo de comportamientos antes de que haya una tragedia”.
Mientras los coches siguen corriendo y derrapando bajo las luces anaranjadas de las farolas, los vecinos de las Tres Mil Viviendas esperan, una noche más, que el silencio y la tranquilidad regrese a sus calles.