‘Madrugá del Pánico’, ¿por qué corría la gente?

Este tipo de fenómenos tienen su base en el comportamiento de masas y ciertos mecanismos mentales de supervivencia, muy primitivos pero aún vigentes

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Paso por calle Sierpes del Señor de las Tres Caídas.
Imágenes de la Esperanza de Triana en Sierpes.

La estampida colectiva vivida en la “Madrugá del Pánico” en Sevilla en el año 2000 puede explicarse desde una perspectiva psicológica como un ejemplo casi de manual de pánico colectivo o histeria colectiva. Este tipo de fenómenos tienen su base en el comportamiento de masas y ciertos mecanismos mentales de supervivencia, muy primitivos pero aún vigentes.

¿Qué puede hacer que la gente corra despavorida por miedo?

Hay diferentes causas que pueden hacer que una persona corra sin saber de qué, en el caso de la «Madrugá del Pánico» podría ajustarse a:

La activación del miedo primario (instinto de supervivencia): Cuando una persona detecta —o cree detectar— una amenaza, su cerebro activa la respuesta de lucha o huida. Si esa amenaza no es clara o visible, pero el entorno muestra señales de peligro (gritos, gente corriendo, objetos cayendo), el cerebro elige correr como opción de menor riesgo.

Contagio emocional y pánico colectivo: La emoción del miedo es altamente contagiosa. Cuando una masa ve a un grupo corriendo con pánico, el cerebro asume automáticamente que existe una amenaza real. El razonamiento se desconecta y se activa un miedo irracional pero profundamente humano: “Si todos corren, será por algo. Yo también corro.”

Desinformación y ambigüedad: La incertidumbre potencia el miedo. En la Madrugá no hubo confirmación inmediata de lo que ocurría. ¿Era un atentado? ¿Disparos? ¿Una explosión? Esa falta de información fue el caldo de cultivo perfecto para que la psicosis se extendiera rápidamente.

Hay factores ambientales que exacerban el caos como era el caso de más de 700.000 personas en espacios reducidos con más de 30.000 sillas y obstáculos en las calles. A ello hemos de sumar el horario nocturno que da una mayor vulnerabilidad mental a la persona y la presencia de niños, mayores, penitentes que se considera como una mezcla heterogénea y frágil.

Psicología del miedo: ¿Por qué corrían?

Tal y como se recoge en otros artículos de SevillaConfidencial en los testimonios era común escuchar: “Vi que la masa de gente venía corriendo hacia mí y yo también empecé a correr.”

Esto refleja perfectamente lo que en psicología se conoce como “comportamiento mimético de escape”. Es un comportamiento en el que si un miembro del grupo huye, posiblemente es porque percibió un peligro que yo no he visto aún. Correr sin saber por qué, solo porque los demás lo hacen, es una reacción más emocional que racional.

En la Madrugá del 2000, múltiples estampidas ocurrieron de forma simultánea en puntos desconectados de la ciudad. Esto sugiere que no fue una reacción a un peligro real sino a un miedo inducido, amplificado y extendido como un incendio emocional. Una simple carrerita, una caída, un grito… y el pánico se propagó como pólvora.

¿Y qué lo causó? Hipótesis vs realidad

Lo curioso es que la causa concreta nunca se esclareció. Las hipótesis iban desde:

Un delincuente con cuchillo.

Juego de rol urbano inspirado en una película.

Disparos o presuntas detonaciones al aire -¿por parte de la policía?-.

Rumores de atentado o sabotaje.

Un toro suelto (¡!).

Un sabotaje por temas de seguridad local.

Lo cierto es que ninguna fue concluyente, lo que refuerza la idea de que el miedo no vino del exterior, sino de dentro, de la propia mente colectiva.

¿Qué nos enseña la «Madrugá del Pánico»?

El miedo puede expandirse como un virus emocional, incluso sin causa real. Las multitudes tienen un comportamiento propio, muchas veces irracional, donde la individualidad se diluye.

Pero también que la falta de comunicación, protocolos de evacuación y preparación ante imprevistos agravan exponencialmente estas situaciones.

El verdadero enemigo aquella noche no fue un cuchillo, ni un juego de rol, ni una explosión: fue el miedo, y cómo el ser humano reacciona cuando lo domina.

Aquel 2000, en la noche más sagrada de Sevilla, se vivió una misa del miedo, oficiada por el caos y predicada por el instinto más primitivo del ser humano: el de sobrevivir, aunque no sepamos de qué huimos.