Los vecinos de la Alameda reclaman un entorno más seguro, libre de ruidos, orines y basura

Vecinos y comerciantes exigen al Ayuntamiento que declare la zona como ZAS para frenar el deterioro del entorno y proteger su calidad de vida

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Columnas de la Alameda de Hércules en Sevilla.
Vista de las Columnas de la Alameda cerca a la "Casa de los Secretos".

La Alameda de Hércules, uno de los espacios más emblemáticos de Sevilla, se ha convertido en el epicentro de una creciente protesta vecinal. Más de 1.000 personas han firmado ya una petición, tanto digital como presencial, para reclamar un barrio “seguro, limpio y respetuoso”, libre de violencia, ruido, orines y basura. La iniciativa, impulsada por residentes y comerciantes de la zona, ha cobrado fuerza tras los recientes episodios de vandalismo y desórdenes públicos vividos en el entorno.

La campaña, titulada “Por una Alameda de Hércules segura y libre de violencia”, está publicada en la plataforma change.org, donde ha conseguido reunir hasta este martes 13 de mayo un total de 1.017 firmas. A esta acción digital se suma la recogida presencial de apoyos en tres puntos estratégicos del barrio: la peluquería Coraje Espacio (calle Peral 6), la librería/papelería Punto y Coma (calle Relator 2) y la farmacia La Feria (calle Feria 126).

La gota que colmó el vaso para muchos vecinos fue el estado deplorable en que quedó la Alameda tras la celebración de la final de la Copa del Rey el pasado 26 de abril, y especialmente la batalla campal protagonizada por ultras del Real Betis y de la Fiorentina el 30 de abril. “Estos actos violentos han alterado gravemente la paz y la seguridad de nuestro barrio”, denuncian en el texto de la petición.

Demandas claras: más seguridad y control en la Alameda

Los firmantes exigen medidas inmediatas para frenar el deterioro del entorno urbano. Entre las principales reclamaciones figuran:

Mayor presencia policial, especialmente en eventos de alto riesgo.

Coordinación de seguridad entre cuerpos policiales y comercios locales.

Sanciones ejemplares a los responsables de actos vandálicos.

Campañas de concienciación ciudadana para promover la convivencia pacífica.

“La Alameda de Hércules debe ser un espacio de encuentro, cultura y disfrute para todos, libre de violencia, suciedad y miedo”, recalca la petición, que busca movilizar tanto a vecinos como a instituciones.

El ruido y la suciedad, otro frente abierto en la Alameda

Al problema de la inseguridad se suma el impacto negativo del ocio nocturno descontrolado. La denuncia vecinal incluye la constante presencia de orines, basura y altos niveles de ruido en la Alameda y calles aledañas como Feria, Relator, San Lorenzo y San Luis. Esta situación, alertan, perjudica la vida diaria de los residentes y merma la actividad comercial.

Como medida concreta, los vecinos reclaman que la Alameda sea declarada Zona Acústicamente Saturada (ZAS), una figura legal que permitiría limitar los niveles de ruido y regular actividades molestas, como la instalación de veladores en la vía pública.

¿Qué implica ser ZAS?

La normativa andaluza sobre contaminación acústica establece un límite de 55 decibelios para zonas residenciales. La declaración de ZAS conlleva restricciones más severas para bares, terrazas y otros emisores acústicos, especialmente en sectores urbanos como la Alameda, donde el uso residencial convive con actividades lúdicas y turísticas.

Los firmantes apelan a esta normativa para defender su derecho al descanso y a una vida saludable. “Solicitamos con carácter urgente la declaración de ZAS para garantizar el bienestar de quienes aquí residimos y trabajamos”, concluyen.

Preocupación por eventos masivos

El malestar ha crecido también tras el anuncio del Ayuntamiento de Sevilla de instalar una pantalla gigante en la Alameda para seguir la final de Eurovisión el próximo sábado 17 de mayo, donde la artista sevillana Melody representará a España. El evento, previsto para las 21:00 horas, ha sido recibido con inquietud por parte de algunos vecinos, que temen nuevos episodios de aglomeraciones y molestias.

Mientras tanto, la recogida de firmas continúa activa y se perfila como un termómetro del hartazgo de un barrio que pide recuperar su tranquilidad sin renunciar a su identidad cultural y social. La pelota queda ahora en el tejado de las autoridades municipales.