La Virgen del Rocío rompe la noche en Almonte, un salto a las 2:56 y un reencuentro emocionante

Este era el objetivo marcado por la Hermandad Matriz para este Lunes de Pentecostés: evitar los parones en el paso de los simpecados de las 127 filiales ante el Santuario y agilizar el proceso para contener la impaciencia ante la reja

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Imagen de la Virgen del Rocío por su aldea.
La Virgen del Rocío paseada por los fieles.

A las 2:56 de la madrugada, el tiempo se detuvo en Almonte. La Virgen del Rocío, en un gesto de amor hacia sus hijos almonteños, permitió que saltaran la reja y se reencontraran con ella en un abrazo fraterno. Fue un momento mágico que se produjo justo cuando el Simpecado de la Hermandad Matriz entraba por el dintel del santuario.

Al son del repique de campanas, las andas de la Virgen del Rocío fueron elevadas por los almonteños y emprendieron su recorrido por las calles de la aldea. Cientos de miles de peregrinos, rocieros de todo el mundo que habían llegado hasta Huelva, esperaban ansiosos este momento cumbre de la romería del Lunes de Pentecostés.

Al igual que el año pasado, el salto a la reja se produjo antes de las tres de la madrugada, apenas cuatro minutos antes de la hora oficial. Las 2:56 se convirtieron así en la hora más temprana tras el paréntesis de la pandemia, superando las 3:13 del 2022.

Este año, el salto se caracterizó por su orden y organización, algo que se había trabajado desde el comienzo, incluso desde el rosario previo a la procesión. Ya antes de la medianoche, los hermanos almonteños se dispusieron a crear un ambiente más calmado este año. De este modo, las primeras horas de la noche en el interior del santuario transcurrieron con una tranquilidad exquisita.

El pasillo central del santuario se abrió por completo, creando un espacio diáfano y permitiendo una espera más cómoda para los hermanos que aguardaban pacientemente el reencuentro con su Madre. Sin embargo, a medida que se acercaban las dos de la madrugada, la tranquilidad dio paso a la emoción y la expectación. El pasillo se llenó de gente y la espera se volvió más intensa.

A las 2:10 de la madrugada, se produjo un primer intento de salto a la reja, que fue rápidamente controlado sin mayores consecuencias. Pero solo unos minutos después, a las 2:56, llegó el momento anhelado. La Virgen del Rocío, como queriendo acortar la espera, permitió que sus hijos se abrieran paso y se reunieran con ella en un mar de lágrimas y alegría.

El resto de la procesión transcurrió con normalidad, llenando las calles de Almonte de fervor, devoción y cánticos rocieros. La Virgen del Rocío, ya en brazos de su pueblo, recorrió las calles de la aldea en un ambiente de júbilo y emoción, contagiando a todos los presentes de su amor y bendición.

Este año, la procesión de la Virgen del Rocío en Almonte ha sido un evento aún más especial si cabe. El salto a la reja, anticipado y lleno de emoción, ha marcado un reencuentro aún más intenso entre la Virgen y sus devotos. Un momento único que quedará grabado para siempre en la memoria de todos los que tuvieron la suerte de presenciarlo.

La calma antes de la tempestad: el Santuario del Rocío expectante

A pesar de que el Rosario se acercaba a su fin y la medianoche marcaba la pauta, una calma inusual reinaba en el interior del Santuario del Rocío. La organización era impecable, con un pasillo central ensanchado que facilitaba el tránsito y una atmósfera de quietud que contrastaba con la expectación que se respiraba en el exterior. Los hermanos almonteños, pacientes como pocas veces se les ha visto, aguardaban con serenidad la llegada del Simpecado.

Fuera del Santuario, el Rosario discurría con una fluidez inusual, adelantándose incluso 20 minutos respecto al año anterior. Este era el objetivo marcado por la Hermandad Matriz para este Lunes de Pentecostés: evitar los parones en el paso de los simpecados de las 127 filiales ante el Santuario y agilizar el proceso para contener la impaciencia ante la reja.

Sin embargo, la emoción contenida en el ambiente era palpable, una fuerza incontenible que, a las 2:56 de la madrugada, se tradujo en el salto a la reja y el ansiado reencuentro con la Virgen del Rocío. Un gesto generoso por parte de Almonte, que permite a la Blanca Paloma recorrer las calles de la aldea para que los rocieros del mundo puedan rendirle pleitesía a su paso.

Aún no se sabe cuándo regresará la Virgen a su altar, pero por delante quedan varias horas, seguramente más de diez, para disfrutar de esta oportunidad única y vibrante de verla fuera de su ermita, fundida con un mar de devoción que encuentra en sus hijos peregrinos su más pura expresión.