Cartel en blanco, negro y rojo, del sindicato de estudiantes contra el acoso escolar.
Cartel del sindicato de estudiantes contra el acoso escolar.

La tragedia de Sandra Peña sacude las aulas, piden dimisiones, huelga estudiantil y protestas masivas contra el acoso escolar

Estudiantes de toda España convocan una jornada de huelga y protestas para exigir más psicólogos en las aulas y responsabilidades ante el silencio institucional

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El suicidio de Sandra Peña, una adolescente de 14 años de Sevilla víctima de acoso escolar continuado, ha conmocionado al país y desencadenado una ola de indignación colectiva. Su historia ha roto el silencio en miles de centros educativos, donde profesores, alumnos y familias revisan con dolor situaciones que antes se callaban.

Como ocurrió con el movimiento #MeToo, el caso ha destapado un fenómeno oculto: la magnitud del bullying como problema estructural que atraviesa la educación española.

En apenas una semana, asociaciones de padres y colectivos contra el acoso aseguran que las denuncias y consultas sobre posibles casos de acoso se han multiplicado por 50, un dato que refleja la dimensión del problema y la urgencia de respuestas concretas.

Ante esta situación, el Sindicato de Estudiantes ha convocado una huelga general en ESO, Bachillerato y Formación Profesional para este martes 28 de octubre, acompañada de manifestaciones en todas las capitales de provincia.

Un grito genreal por Sandra

“Proteger la salud mental es un asunto colectivo”, remarcan los organizadores de la protesta, que insisten en que el objetivo de las movilizaciones no es solo rendir homenaje a Sandra, sino exigir responsabilidades.

“Somos muchos quienes conocemos a compañeros que han sido o son víctimas de bullying por su aspecto, su peso, su acento, el color de su piel o su orientación sexual”, indican desde el sindicato. “Esta opresión nos roba la libertad, nos impide disfrutar de la escuela y, en demasiadas ocasiones, acaba arrebatando vidas”.

En Andalucía, la comunidad donde comenzó el movimiento, habrá concentraciones en Sevilla, Málaga, Cádiz, Granada, Huelva, Almería, Jaén, Córdoba y Algeciras. En todas ellas, los jóvenes reclaman que los centros educativos sean “espacios seguros para todos, sin machismo, sin racismo, sin LGTBIfobia y sin fascismo”, como recoge el manifiesto del Sindicato de Estudiantes.

Denuncias al sistema educativo

El caso de Sandra Peña ha reavivado el debate sobre la responsabilidad institucional en la prevención del acoso escolar. Los convocantes de la huelga denuncian que el colegio Irlandesas Loreto, donde estudiaba la joven, conocía la situación y no activó el protocolo “antibullying”. Por ello, exigen la dimisión de la junta directiva del centro y la retirada de su financiación pública.

“Los responsables de no actuar deben responder penalmente”, subraya el sindicato. “Ni la educación ni la salud mental pueden ser un negocio. Necesitamos un sistema público que proteja a nuestros jóvenes, no que los abandone”.

Los estudiantes reclaman además la contratación de miles de psicólogos y psiquiatras tanto en la sanidad pública como en cada escuela, instituto y facultad del país. Una medida que, según los convocantes, debería ir acompañada de programas de prevención, formación docente y atención inmediata a las víctimas de acoso.

El movimiento estudiantil vincula el aumento de casos de acoso con el auge de los discursos de odio en redes sociales y espacios públicos. “La violencia que propaga la extrema derecha tiene un reflejo directo en las aulas”, denuncian los portavoces. “Vivimos en una sociedad que aplaude la competitividad y el desprecio al diferente, y eso se traduce en sufrimiento para miles de adolescentes”.

Durante los últimos días, numerosos centros educativos han dedicado sus horas de tutoría a debatir sobre el acoso escolar y el impacto emocional que genera. Docentes y orientadores coinciden en que el caso de Sandra ha visibilizado la necesidad de reforzar los equipos de orientación y salud mental dentro del sistema educativo.

Más allá de la conmoción, el movimiento que hoy toma las calles pretende dejar una huella duradera. “Alzar la voz contra el acoso escolar no es una causa individual, es una lucha colectiva”, repiten los estudiantes. “Nos jugamos nuestro presente y nuestro futuro”.