Coches haciendo de parapeto para agentes que sufrieron el tiroteo.
Agentes en el tiroteo de Isla Mayor.

La guerra del Guadalquivir, cómo un tiroteo desveló la red de droga más peligrosa de Andalucía

Tiroteo en Isla Mayor destapa una red de narcotráfico con ramificaciones en toda la provincia de Sevilla

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El tiroteo ocurrido el pasado 8 de noviembre en Isla Mayor ha sacado a la luz una compleja red de narcotráfico que operaba en la comarca del Guadalquivir, utilizando naves agrícolas como fachada para actividades ilegales.

El ataque, perpetrado con armas de guerra contra agentes de la Policía Nacional, ha revelado no solo la peligrosidad de las bandas que controlan el tráfico de hachís en la zona, sino también la existencia de una auténtica infraestructura al servicio del crimen organizado.

La mañana del incidente, sobre las ocho, un grupo de al menos cuatro hombres armados abrió fuego contra cinco policías que vigilaban un alijo oculto en unas naves de la carretera del Toruño, a las afueras del pueblo.

Uno de los agentes fue herido de gravedad por un disparo de fusil AK-47, mientras sus compañeros lograban ponerse a salvo bajo una lluvia de balas. Según fuentes policiales, los atacantes podrían haber confundido a los agentes con una banda rival, en lo que en el argot del narcotráfico se conoce como un vuelco —un robo de droga entre clanes rivales—.

El tiroteo desencadenó un amplio dispositivo policial que incluyó la llegada de unidades del GOES y del GEO, el grupo de operaciones especiales de la Policía Nacional.

Durante el registro de las naves, los agentes localizaron 700 kilos de hachís y, días después, otros 3.800 kilos adicionales, elevando la cifra total a 4.500 kilos intervenidos, uno de los mayores alijos incautados en los últimos años en la provincia de Sevilla.

Una infraestructura al servicio del narco

La investigación reveló una red logística perfectamente organizada: garrafas de combustible destinadas al petaqueo —el abastecimiento de narcolanchas—, vehículos y embarcaciones robadas, así como naves industriales ilegales utilizadas como almacenes de droga.

Todo ello conformaba un entramado que operaba bajo apariencia agrícola en las inmediaciones del Parque Nacional de Doñana.

Según las primeras hipótesis, los narcotraficantes utilizaban las amplias zonas rurales de Isla Mayor, de difícil vigilancia, para instalar guarderías de hachís y coordinar descargas procedentes del Guadalquivir. Las características del terreno —llano, con gran visibilidad y accesos fluviales— convertían la zona en un enclave estratégico para el transporte y almacenamiento de estupefacientes.

El tiroteo no es un hecho aislado. En los últimos años, la provincia de Sevilla ha sido escenario de una escalada de violencia ligada al narcotráfico.

Casos como el asesinato de Dani "el Turco" en Los Palacios en el año 2024, o el homicidio de un vecino de Lebrija tras un vuelco de droga en 2023, evidencian que los ajustes de cuentas se han convertido en parte del paisaje criminal.

La aparición de fusiles de asalto AK-47 en varias operaciones recientes, incluidos los decomisos de cocaína en Coria del Río y La Puebla, apunta a una creciente militarización de los clanes.

Expertos policiales advierten que la irrupción de la cocaína ha traído consigo la presencia de grupos con entrenamiento paramilitar, algunos procedentes de Colombia y otros países iberoamericanos.

Una bala de estas armas, señalan los informes, puede atravesar paredes e incluso los chalecos antibalas reglamentarios. Durante el tiroteo de Isla Mayor, uno de los agresores llegó a gritar “mata a esos perros”, prueba de que los disparos iban dirigidos a matar, pese a que los policías se habían identificado.

Isla Mayor ya había sido escenario de escándalos vinculados al narcotráfico. En 2017, cuatro guardias civiles del cuartel local fueron detenidos por su presunta colaboración con una red de tráfico de hachís dirigida por un narco de Sanlúcar de Barrameda conocido como "el Negro".

Los agentes presuntamente implicados alertaban a los traficantes sobre patrullas y operativos, e incluso les proporcionaron acceso a zonas restringidas del Parque de Doñana para facilitar descargas ilegales.

Desde entonces, las fuerzas de seguridad han intensificado la presión sobre los clanes, pero el reciente tiroteo demuestra que las estructuras criminales continúan operando, adaptándose a la presión policial y desplazando sus puntos de almacenamiento hacia áreas rurales más aisladas.

El alcalde de Isla Mayor, Juan Molero, lamentó que su municipio vuelva a aparecer en los titulares por causas ajenas a su identidad agrícola y pesquera.

“Isla Mayor es tierra de arroz y cangrejo rojo, no de narcotráfico”, dijo. Sin embargo, su ubicación junto al río Guadalquivir y la orografía de la zona la convierten en un enclave ideal para las redes de contrabando.

Mientras la investigación judicial permanece bajo secreto, los sindicatos policiales reclaman más medios y formación especializada ante el aumento de grupos fuertemente armados. “El narco ya no dispara para intimidar. Dispara para matar”, resume un agente.