Imagen del rostro de la Virgen de la Macarena.
Imagen de la Macarena tras la restauración de Pedro Manzano.

La Esperanza Macarena vuelve a San Gil: un siglo después, Sevilla revive su historia más devota

La Esperanza Macarena regresa a San Gil: un siglo después, Sevilla revive su historia más devota

Actualizado:

La emoción desbordó desde primeras horas de la mañana en el barrio de los hortelanos, cuando la Virgen de la Esperanza Macarena volvió a encontrarse con sus fieles en el templo de San Gil Abad, su sede original durante casi trescientos años.

El regreso de la imagen a este histórico enclave, con motivo de su festividad, supone un acontecimiento de enorme simbolismo para la Hermandad de la Macarena y para Sevilla entera. Han pasado setenta y siete años desde la última vez que la Virgen estuvo en su antigua capilla, y su retorno ha despertado una mezcla de devoción, nostalgia y orgullo colectivo.

Vestida para la ocasión por José Carlos Gutiérrez, la Santísima Virgen luce un conjunto que reproduce fielmente el atuendo que llevó en 1925, cuando fue ataviada por José Castro. El montaje, cuidadosamente diseñado, incluye un rico cortinaje y más de cuarenta puntos de luz, recreando el ambiente de los besamanos de antaño.

Esta recreación, cargada de gran simbolismo, rinde tributo al histórico diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, figura esencial en la evolución estética de la Hermandad.

La Macarena viste el manto camaronero de Rodríguez Ojeda, una pieza emblemática que celebra su 125º aniversario, acompañado por la saya del arco, confeccionada por los Sucesores de Elena Caro en el año 2000, y la réplica de la toca de los rombos, obra de Francisco Carrera Iglesias (2008).

El exorno floral —una composición de claveles blancos, rosas playa blanca, solidago, kentias y apilistras— completa una estampa de belleza clásica y elegancia serena.

Uno de los detalles más comentados es el puñal que la Virgen porta por primera vez en casi un siglo, elaborado con clips de Pilar Banús y un broche art decó perteneciente al ajuar de la imagen.

Estas piezas fueron ensambladas por Miguel Fernández Carrasco, vestidor de la Virgen del Rosario, e integran un nuevo broche de oro blanco de estilo isabelino, engarzado con brillantes antiguos y donado por la familia Campbell Bohórquez.

Besamanos de La Macarena

El besamanos comenzó a las siete de la mañana, con un primer turno reservado exclusivamente a los hermanos acreditados de la corporación, y continuará en horario ininterrumpido hasta las ocho de la tarde. Es el primer gran acto organizado por la nueva junta de gobierno presidida por Fernández Cabezuelo, que ha querido marcar el inicio de su mandato con este homenaje a las raíces históricas de la Hermandad.

Durante los próximos días, la Parroquia de San Gil Abad acogerá diversas celebraciones litúrgicas: el jueves 18 de diciembre, a las 20:00 horas, tendrá lugar la solemne función presidida por el obispo emérito de Córdoba, Demetrio Fernández González; el viernes y sábado las misas se celebrarán a las 19:30 horas, con la tradicional Sabatina al término de cada oficio; y el domingo 21, la Eucaristía será a las 12:00 horas.

En paralelo, en la Basílica de la Macarena se oficiarán misas matutinas a las 9:00 horas, además de las habituales dominicales a las 10:00, 12:30 y 20:00 horas.

Uno de los elementos más singulares del montaje es el altar de cultos, procedente de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de Carrión, una pieza datada entre 1890 y 1892 y considerada una joya del arte ecléctico sevillano.

Según los archivos históricos, fue realizada por los artesanos Joaquín y Manuel Gómez, que trabajaban en un taller de talla y carpintería cercano a la Catedral de Sevilla. La estructura, de madera dorada sobre fondo de mármol rojizo, combina elementos neobarrocos y neoclásicos, creando un marco esplendoroso que enmarca la figura de la Esperanza.

El regreso de la Macarena a San Gil no es solo un acto de culto, sino también una reconexión emocional con la historia de Sevilla. Durante décadas, generaciones de sevillanos crecieron viendo en este templo la devoción a una Virgen que ha trascendido lo religioso para convertirse en símbolo de identidad y sentimiento popular.

Hoy, un siglo después, ese enorme vínculo se renueva con la misma fuerza con la que los hortelanos de antaño abrían sus puertas a la Esperanza.