
Indignación, fútbol y hermandades, el cartel de Reyes que ha dividido a Sevilla y puesto al autor contra las cuerdas
El pintor Fernando Vaquero denuncia una campaña de acoso tras el cartel de la Cabalgata de Reyes de Sevilla

El pintor sevillano Fernando Vaquero ha denunciado públicamente la oleada de insultos y amenazas que está recibiendo desde que se presentó el cartel oficial de la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla, una obra que, lejos de pasar desapercibida, ha desatado una intensa polémica en redes sociales.
La imagen, concebida —según explica su autor— como un homenaje a la ilusión de la mañana del 6 de enero, incluye dos elementos que han provocado una reacción inesperada como son una camiseta del Real Betis y una túnica de la Hermandad de la Macarena colgadas en el salón donde un niño busca sus regalos de Reyes.
La escena pretende recrear un momento cotidiano y entrañable con lo que es la llegada del pequeño a una estancia aún en penumbra, donde descubre los juguetes dejados por Sus Majestades. A un lateral, de manera simbólica, aparecen la camiseta verdiblanca y la prenda nazarena, representaciones —según explica Vaquero— de dos recuerdos ligados a su propia infancia.
Ola de críticas, insultos y amenazas contra el autor del cartel
Lejos de ser interpretado como un guiño sentimental, el cartel generó desde su publicación un fuerte revuelo. Vía de sus redes sociales, Fernando Vaquero ha denunciado que está sufriendo “acoso cibernético, insultos y amenazas telefónicas de madrugada”, dirigidos sobre todo por personas que consideran que su obra incurre en una supuesta parcialidad.
Los mensajes, apunta el pintor, provienen fundamentalmente de quienes le reprochan no haber incluido la camiseta del Sevilla FC o una túnica de la Hermandad de la Esperanza de Triana, devociones igualmente arraigadas en la capital hispalense.
El artista afirma que esta situación le ha llevado a bloquear comentarios, evitar entrevistas y mantenerse al margen del debate digital. Asegura que ya había atravesado “otros tipos de bullying”, y que esta experiencia le ha obligado a proteger su bienestar emocional. “En ningún momento se ha pretendido excluir a nadie ni dividir a nadie con esta obra”, recalca en un comunicado.
Vaquero insiste en que el cartel no responde a intereses de ninguna entidad. “He querido plasmar cómo los niños piden en sus cartas camisetas de fútbol”, señaña, recordando que entre sus recuerdos más emotivos figura la mañana en que recibió una del Betis.
Igualmente ha subrayado que no ha cobrado “absolutamente nada” por realizar el trabajo, que considera un gesto desinteresado hacia su ciudad.
Una polémica por símbolos futbolísticos y cofrades en una ciudad dual
La controversia no se debe únicamente a la presencia de símbolos deportivos o religiosos, sino al contexto de una ciudad profundamente marcada por identidades duales que siempre ha existido.
En Sevilla conviven dos pasiones que históricamente se viven con intensidad como es la rivalidad futbolística entre el Sevilla FC y el Real Betis, y la devoción cofrade, donde hermandades como la Macarena, la Esperanza de Triana o Los Gitanos generan adhesiones muy fuertes.
El hecho de que el artista representara una camiseta bética y una túnica vinculada a una de las hermandades más relevantes ha sido interpretado por algunos sectores como una toma de partido.
Desde el sevillismo más ferviente hasta parte del mundo cofrade, ciertos usuarios han reaccionado con hostilidad, iniciando una cadena de ataques que rápidamente se viralizó. La discusión pasó de la crítica artística a un enfrentamiento, con mensajes que, según relata Vaquero, han superado todos los límites razonables.
Para el pintor, esta situación resulta profundamente injusta. Considera que su obra ha sido objeto de una lectura malintencionada y fuera de contexto. Describe el cartel como “un regalo sincero” a una ciudad a la que profesa cariño y de la que se siente parte.
No obstante, afirma que algunos han decidido verlo como “un regalo envenenado”, alimentando una narrativa que él rechaza por completo.
Vaquero recuerda que cualquier obra está sujeta a crítica, pero lo que está viviendo, asegura, “va mucho más allá”: se trata de un ciberacoso agresivo que considera “desproporcionado y malintencionado”.
A pesar de ello, ha recibido también mensajes de apoyo de ciudadanos y compañeros de profesión que han condenado la virulencia del ataque.
Entre tanto, el cartel continúa generando debate en redes sociales y en la ciudad, convirtiéndose en un ejemplo más de cómo los símbolos, en Sevilla, pueden despertar emociones tan intensas como divididas.

