Nuestro país se ha convertido en el epicentro de la viruela del mono en el continente europeo, con más de 8.000 casos confirmados desde que se detectó el primer contagio en abril de 2022. A pesar de que la nueva cepa aún no ha hecho su aparición en territorio español, la variante existente continúa propagándose a un ritmo alarmante.
Los datos son contundentes: en 2023 se registraron 203 casos, una cifra que ya ha sido superada en lo que va de 2024. Solo en el último mes se han contabilizado 16 nuevos contagios, lo que evidencia una tendencia ascendente que no parece detenerse.
Es especialmente llamativo el perfil de los afectados: el 98% de los casos corresponden a hombres, con una concentración mayoritaria en el grupo de edad comprendido entre los 30 y los 39 años. Este hecho apunta a una transmisión predominantemente asociada a las relaciones sexuales.
La viruela del mono se manifiesta a través de una variedad de síntomas, entre los que destacan una erupción cutánea característica, fiebre, dolor de cabeza y muscular. El contagio se produce principalmente por contacto físico directo, incluyendo las relaciones sexuales.
Ante este escenario, resulta fundamental intensificar las medidas de prevención y control de la enfermedad. La información y la concienciación de la población son claves para frenar la propagación del virus. Además, es necesario garantizar el acceso a la vacunación y a los tratamientos adecuados para aquellos que resulten infectados.
La viruela del mono: un virus escurridizo y contagioso
La viruela del mono es una enfermedad infecciosa que se ha extendido a nivel mundial, causando preocupación en la comunidad médica y en la población en general. Sus síntomas son variados y pueden confundirse con otras enfermedades, lo que dificulta su diagnóstico temprano.
Síntomas engañosos
Uno de los mayores desafíos de la viruela del mono es su capacidad para manifestarse de diversas formas. Los síntomas más comunes incluyen:
Lesiones en la mucosa: Estas lesiones suelen aparecer en la boca, la garganta o la zona genital, y pueden evolucionar desde pequeñas ampollas hasta úlceras dolorosas.
Fiebre: Un aumento de la temperatura corporal es uno de los primeros signos de infección.
Fatiga: Sensación de cansancio extremo y falta de energía.
Dolor de cabeza: Cefaleas intensas que pueden dificultar las actividades diarias.
Dolor muscular: Molestias en los músculos, especialmente en brazos y piernas.
Inflamación de ganglios: Los ganglios linfáticos, como los del cuello o las axilas, pueden aumentar de tamaño y volverse dolorosos.
Un período de incubación variable
La viruela del mono tiene un período de incubación que suele oscilar entre 7 y 21 días. Esto significa que desde el momento del contagio hasta la aparición de los primeros síntomas puede transcurrir una o tres semanas. Esta variabilidad en el tiempo de incubación dificulta aún más el rastreo de los contactos y el control de la enfermedad.
¿Quién puede contagiarse?
La viruela del mono no discrimina por edad, sexo o condición social. Sin embargo, se transmite principalmente por contacto directo con las lesiones de una persona infectada, a través de fluidos corporales o de objetos contaminados. Las relaciones sexuales sin protección y el contacto cercano con personas infectadas son factores de riesgo importantes.
Tratamiento y prevención
Aunque existen medicamentos antivirales que pueden ayudar a aliviar los síntomas y acelerar la recuperación, la vacunación sigue siendo la medida más efectiva para prevenir la viruela del mono. Las vacunas disponibles ofrecen una protección significativa contra la enfermedad y son especialmente recomendadas para las personas que están en mayor riesgo de exposición.
La viruela del mono es una enfermedad compleja y cambiante que requiere una vigilancia constante y una respuesta coordinada por parte de las autoridades sanitarias. La identificación temprana de los casos, el aislamiento de los pacientes y la vacunación son fundamentales para controlar la propagación del virus y proteger la salud pública.