
El último adiós a Sandra Peña conmueve a Sevilla, una misa multitudinaria marca un antes y un después
Dolor y silencio en San José Obrero, Sevilla arropa a la familia de Sandra Peña tras su trágica muerte

La parroquia de San José Obrero, en el barrio sevillano de La Calzada, se convirtió este jueves en el epicentro de una enorme muestra de apoyo y solidaridad hacia la familia de Sandra Peña, la adolescente de 14 años que se quitó la vida tras sufrir presuntamente acoso escolar en el colegio Irlandesas de Loreto.
A las siete y media de la tarde, media hora antes de que comenzara la misa en su memoria, el templo ya estaba completamente lleno.
Decenas de personas permanecían de pie en los laterales y en la entrada principal, mientras que en la calle Arroyo se agolpaban cientos más que no lograron acceder al interior.
A pesar del fresco de octubre, el calor humano dominaba la escena: abrazos, lágrimas y palabras de consuelo se multiplicaban a medida que llegaban los padres de la menor, Zara Villar y José Manuel Peña, acompañados por otros familiares.
La pareja avanzó lentamente entre la multitud, recibiendo el pésame de vecinos, amigos y desconocidos que quisieron mostrarles su respeto. Ella llevaba una medalla de la hermandad de San José Obrero enrollada en la muñeca, símbolo de la profunda devoción de la familia.
Sandra, además de estudiante, era hermana devota de la cofradía y cada Sábado de Pasión salía como nazarena desde el mismo templo donde ayer se rezó por su alma.
Una parroquia desbordada por la emoción por Sandra Peña
El interior de la iglesia se quedó pequeño para acoger a la multitud. Se colocaron sillas en el patio y aún así, muchos fieles tuvieron que permanecer de pie.
La homilía, a cargo del párroco, buscó consolar a una comunidad golpeada por la tragedia y apeló a la esperanza cristiana en la resurrección de Jesús. Las palabras del sacerdote apenas se oían entre los sollozos y el silencio reverente.
La Policía Local desplegó un discreto dispositivo para controlar el tráfico en las calles Arroyo y Samaniego, desbordadas por el público.
Los agentes se esforzaban en mantener la seguridad de quienes se agolpaban en la acera, mientras dentro del templo el aire se hacía denso, casi irrespirable. Aun así, nadie se movía: el respeto y la emoción contenida mantenían a todos en su sitio.
La escena recordaba a otro momento trágico vivido en la misma parroquia hace más de una década: la misa en memoria de Marta del Castillo, celebrada en 2008. Ayer, la historia volvió a repetirse con una nueva víctima adolescente cuya muerte ha conmocionado a Sevilla.
“Todos somos Sandra”, el grito que recorre Sevilla
Entre los asistentes se encontraban jóvenes con camisetas del Honeyball, el equipo de fútbol en el que jugaba Sandra, así como numerosos compañeros de su colegio. Muchos de ellos llevaban pulseras moradas y pancartas con mensajes de apoyo.
El silencio dentro del templo contrastaba con las manifestaciones multitudinarias que han tenido lugar en los últimos días, donde miles de estudiantes recorrieron el centro de la ciudad al grito de “Todos somos Sandra”.
El caso ha reabierto el debate sobre la gestión del acoso escolar en los centros educativos y la necesidad de reforzar los protocolos de prevención. Padres, docentes y asociaciones de alumnos han exigido que la muerte de la joven marque “un antes y un después” en la lucha contra el bullying.
Mientras tanto, en el barrio, el recuerdo de Sandra permanece vivo. Su pasión por el Real Betis Balompié, club que le rindió un emotivo homenaje en su partido de Copa del Rey del lunes, fue mencionada al final de la misa. “Juega su Betis, el equipo que tanto quería”, comentó una vecina entre lágrimas al salir del templo.
Cuando el reloj marcaba las nueve, la misa concluyó y los asistentes comenzaron a salir lentamente. El silencio seguía siendo absoluto, solo roto por los sollozos de algunos familiares y amigos. Sevilla entera pareció detenerse por unos instantes, unida en el dolor y en la exigencia de justicia y conciencia frente al acoso escolar.

