Tranvibús, en negro y amarillo, en una ilustración idealizada de su recorrido.
Tranvibús que unirá Sevilla Este y Santa Justa.

El Tranvibús de Sevilla Este arranca en pruebas mientras crece el malestar de los vecinos por la ausencia del metro

La verdadera solución, insisten los vecinos, sigue enterrada: el metro

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Este mes de julio arranca en fase de pruebas el esperado tranvibús que conectará el distrito de Sevilla Este, Torreblanca y Alcosa, con la estación de tren de Santa Justa. El nuevo medio de transporte que unirá el núcleo ferroviario más importante de la ciudad con el distrito más poblado de la capital hispalense en unos 15 a 20 minutos, recorriendo 8,2 kilómetros y haciendo parada en 14 puntos clave.

Aunque el Ayuntamiento de Sevilla lo presenta como un avance significativo en la movilidad urbana, merced a su flota de 12 vehículos 100 % eléctricos, accesibles y con capacidad para 44.400 plazas diarias,, la recepción por parte de los vecinos de Sevilla Este está lejos de ser apasionada o entusiasta.

Muchos vecinos denuncian que el tranvibús no es más que un autobús articulado con nombre nuevo, que seguirá viéndose afectado por atascos, semáforos y la congestión habitual del tráfico sevillano.

Las cifras y el recorrido del tranvibús de Sevilla Este a Santa Justa

El tranvibús contará con una frecuencia de paso de cinco minutos en hora punta, y circulará por arterias como Kansas City, Éfeso, Ada, Montes Sierra, Luis Uruñuela y las avenidas de las Ciencias y de la Aeronáutica. Sus paradas incluirán enclaves como Torreblanca, el Palacio de Congresos, la estación de cercanías de Sevilla Este, San Pablo, Los Arcos, y finalizará en Santa Justa.

También el Ayuntamiento planea una futura ampliación hasta el centro de la ciudad, concretamente la Plaza del Duque, pasando por calles como José Laguillo, Santa Catalina, San Pedro y La Campana. Sin embargo, este proyecto aún no tiene fecha de inicio ni financiación garantizada.

El malestar de los vecinos de Sevilla Este se ha hecho notar especialmente en redes sociales y asociaciones vecinales. “Nos prometieron un metro que sigue sin llegar. Nos dan un autobús con otro nombre y nos piden que lo celebremos”, declara Ana Ruiz, reclama la extensión del metro.

El principal reproche al tranvibús es su incapacidad para competir en velocidad y fiabilidad con un sistema ferroviario subterráneo. “El tranvibús tendrá que parar en semáforos y lidiar con el tráfico, mientras que el metro ofrecería una alternativa limpia, directa y verdaderamente rápida. Esto no es una revolución, es maquillaje. El tranvibús, que yo sepa, no tiene alas”, añade Ruiz.

La frustración es comprensible si se tiene en cuenta que Sevilla Este alberga a más de 100.000 habitantes, muchos de los cuales dependen del transporte público para desplazarse al centro o a otras zonas laborales. La línea 2 del metro, que debería haber cubierto este corredor hace años, permanece en el limbo político y presupuestario.

Para muchos ciudadanos, el tranvibús es una “solución intermedia o un parche”, pero no una respuesta estructural al déficit de transporte que arrastra el este de la ciudad. “No se trata de rechazar el tranvibús, sino de que no sustituya lo que realmente necesitamos: un metro que nos integre de forma eficiente con el resto de Sevilla”, explican desde otra asociación de vecinos.

Mientras tanto, el Ayuntamiento insiste en que este nuevo medio “mejorará de manera notable la movilidad y reducirá la huella de carbono”, aunque sin mencionar con claridad si el tranvibús circulará realmente por carriles exclusivos durante todo su trayecto o si acabará atrapado entre coches, como cualquier otro autobús, que es lo más posible.

Con el arranque de las pruebas este julio, los próximos meses serán clave para determinar si el tranvibús cumple sus promesas o se convierte, como temen muchos, en una alternativa incompleta a una infraestructura que Sevilla Este espera desde hace más de una década. La verdadera solución, insisten los vecinos, sigue enterrada pero aún sin túnel.