El incendio de Pino Montano, entre la solidaridad y la desesperación

Otro grupo, que se encontraba en una situación más vulnerable como ancianos con escasos recursos, ha sido atendido por los Servicios Sociales

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Estado de los coches del incendio.
Coches calcinados procedentes del incendio de Pino Montano.

El incendio de Pino Montano, como tantos otros desastres, sacó a la luz la mejor cara de la humanidad, con vecinos que se unieron para apoyarse mutuamente. Sin embargo, esta tragedia también reveló la peor faceta del ser humano, cuando este fin de semana los mismos residentes sufrieron un intento de robo o de ocupación ilegal en uno de los pisos que se encuentran desalojados por precaución.

Este incidente, sumado al saqueo de piezas de algunos de los vehículos siniestrados que fueron almacenados temporalmente en un solar, ha obligado a los afectados a contratar seguridad privada.

«Este sábado por la mañana, un vecino vio a un individuo merodeando por los bloques y tratando de entrar en uno de los pisos. Inmediatamente alertaron a la policía y creo que lo detuvieron poco después. Al enterarnos de esto, no tuvimos más remedio que contratar seguridad privada porque todas nuestras pertenencias, nuestras vidas, están en esos pisos y como no hay nadie en los bloques, cualquiera puede entrar», afirma Cristina de Cire, presidenta de la comunidad de vecinos de los bloques afectados.

Tras el incendio, desatado la madrugada del miércoles de la semana pasada, el Ayuntamiento mantuvo un dispositivo policial en el exterior de los edificios. «Tuvimos seguridad esos primeros días, pero luego se fueron y fue entonces cuando sucedió lo del sábado». La seguridad privada la están pagando las familias afectadas a la espera de que la compañía de seguros responda y asuma este costo. Por ello, los vecinos piden ayuda a las administraciones, ya que además, aún no tienen claro cuánto tiempo permanecerán fuera de sus hogares.

Actualmente, 60 familias viven fuera de sus hogares, la mayoría ha podido alojarse temporalmente con familiares, amigos o vecinos. Otro grupo, que se encontraba en una situación más vulnerable como ancianos con escasos recursos, ha sido atendido por los Servicios Sociales.

La comunidad se encuentra en un estado de incertidumbre y preocupación, ya que no solo han perdido sus hogares y pertenencias, sino que también se enfrentan a la posibilidad de ser víctimas de robos o actos vandálicos. Piden a las autoridades que brinden apoyo y soluciones para que puedan regresar a sus hogares lo antes posible.

La odisea de los vecinos de Pino Montano: falta de opciones e inseguridad

El drama de los residentes de Pino Montano no termina con el incendio. Si bien algunos cuentan con seguros que cubren alquileres temporales, se enfrentan a la cruda realidad de un mercado inmobiliario sin ofertas para estancias cortas. «No hay pisos disponibles para mudarse por uno o dos meses, que es el tiempo que estimamos que estaremos fuera de nuestras casas. Esto complica aún más la situación, con familias divididas y viviendo en diferentes lugares», lamenta Cristina de Cire, presidenta de la comunidad de vecinos.

A la precaria situación se suman los robos de piezas de los vehículos calcinados que aún esperan ser llevados al desguace. «Al no haber vigilancia en el solar, estos individuos aprovechan para llevarse chatarra o cualquier cosa de valor», explica la presidenta. Más de 30 vehículos quedaron inutilizables, la mayoría declarados pérdida total, debido a que el incendio se originó en un garaje subterráneo.

El Ayuntamiento, tras una reunión con los vecinos, les recomendó contratar seguridad privada y reclamar a sus compañías de seguros. Sin embargo, reconocen que mantener presencia policial permanente en la zona es inviable. No obstante, aseguran que se han intensificado las rondas de patrullas en el área afectada.

Los vecinos, desesperados, exigen soluciones urgentes. Necesitan alternativas habitacionales temporales y medidas de seguridad efectivas que garanticen su tranquilidad. La tragedia de Pino Montano, más allá del incendio, expone las carencias de un sistema que deja desamparados a aquellos que más lo necesitan en los momentos más difíciles.