El "Dioni" de Almensilla.
El denominado "Dioni de Almensilla" introducido en el coche policial.

El 'Dioni de Almensilla' vuelve a ser condenado y la sorprendente razón por la que no pisará la cárcel

Segunda condena para el «Dioni de Almensilla», evita la cárcel tras estafar con aceite adulterado

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El nombre de Julio Mateos Palacios, conocido en Sevilla como el “Dioni de Almensilla”, vuelve a ocupar titulares. Tras haber sido condenado en febrero por apropiarse del dinero de los parcelistas de la urbanización Santa Iglesia, en el municipio de Almensilla (Sevilla), el empresario ha recibido una segunda condena: dos años de prisión por estafar a dos grandes cadenas de supermercados con la venta de aceite adulterado.

Pese a la gravedad de los hechos, el acusado no ingresará en prisión gracias a un acuerdo judicial y a la benevolencia tanto de las víctimas como de la Fiscalía.

La Audiencia Provincial de Sevilla confirmó este nuevo fallo después de que Mateos aceptara los cargos, reconociendo que comercializó aceite bajo la marca “Tres Olivas”, mezclando el virgen extra con aceites de menor calidad, como refinado, girasol o cáñamo, para obtener mayores beneficios. La sentencia, firme desde este jueves, pone fin a un proceso que llevaba casi una década paralizado.

De la caja fuerte al fraude del aceite y "El Dioni"

El “Dioni de Almensilla” alcanzó notoriedad tras el desfalco de más de un millón de euros a los parcelistas del Sector F de Almensilla, donde ejercía como tesorero de la junta de compensación. Por aquellos hechos ya había sido condenado a tres años de cárcel, aunque tampoco llegó a entrar en prisión tras cumplir parte de la pena en prisión preventiva.

En esta segunda causa, la Fiscalía solicitaba inicialmente seis años y medio de prisión —cuatro años y medio por estafa y dos por un delito contra la propiedad industrial—.

Sin embargo, las negociaciones lideradas por su abogado, Diego Silva, rebajaron la pena a un año y nueve meses por estafa y tres meses por el delito industrial, quedando en un total de dos años. La reducción se sustentó en dos factores clave: las dilaciones indebidas del proceso y la aplicación de la Ley Orgánica 5/2010, vigente cuando ocurrieron los hechos.

Los hechos se remontan a 2014, cuando Mateos, como administrador de la empresa Aceitera Nueva Esparta, comenzó a operar desde una nave del polígono José Díaz de Espartinas. Allí llegó a un acuerdo con otro empresario para comercializar aceite bajo la marca “Tres Olivas”, registrada desde 1977 por el padre de su socio.

Sin embargo, sin autorización, el acusado utilizó la marca y firmó contratos con dos importantes distribuidoras, comprometiéndose a vender aceite de oliva virgen extra a precios competitivos.

Lo que las cadenas desconocían era que el producto estaba adulterado. Según el Ministerio Público, Mateos distribuyó más de 200.000 litros de aceite con mezclas de aceites refinados y vegetales, presentándolos como virgen extra. Las partidas falsas fueron detectadas y retiradas del mercado por la Policía Nacional, a través del grupo de Blanqueo de Capitales.

El fraude generó un perjuicio económico de más de 600.000 euros, aunque las cantidades finales se redujeron tras los acuerdos alcanzados: una empresa mantuvo su reclamación inicial de 331.676 euros, mientras que la otra la rebajó a 18.000 euros. Su antiguo socio, que también exigía una compensación de 57.600 euros, finalmente renunció a ella.

Una condena sin cárcel, pero con condiciones

Aunque la Audiencia impuso dos años de prisión, el tribunal suspendió la ejecución de la pena, siempre que el condenado no vuelva a delinquir en los próximos cinco años. Además, deberá pagar 900 euros mensuales en concepto de indemnización: 600 euros para una de las cadenas y 300 para la otra, hasta cubrir las cantidades pactadas.

De incumplir cualquiera de las condiciones, la suspensión se revocaría y Mateos ingresaría en prisión. Por ahora, su balance con la Justicia sigue siendo favorable: dos condenas, ningún día de cárcel y un largo historial de deudas con víctimas que esperan todavía recuperar lo perdido.