En la barriada Guadalquivir de Coria del Río, la vida está marcada por el sabor metálico en la boca y una sensación de abandono. Más de 4.000 personas, incluyendo 1.000 niños, habitan este vecindario donde los fuertes olores y los problemas de salud derivados de la exposición a tóxicos se han convertido en una rutina asfixiante. La situación, que ha llevado a 500 vecinos a abandonar sus hogares, sigue sin solución tras años de lucha, denuncias y frustración.
«El sabor a metal no se va de la boca. Aquí la gente enferma y se muere. Es muy grave y nos sentimos totalmente abandonados», denuncia Rogelia Gómez, portavoz de la Asociación de Vecinos Afectados por los Tóxicos de Coria del Río. Gómez, junto a Francisco Manuel Perea, miembro de la asociación, se ha convertido en la voz de una comunidad que clama por justicia y soluciones.
Un problema que comenzó hace más de 15 años
Los primeros indicios se registraron hace más de una década y media, cuando los vecinos comenzaron a notar olores fuertes, especialmente tras el verano. Inicialmente, estos desaparecían al cabo de unos meses, permitiendo una vida más o menos normal. Sin embargo, hace ocho años, la situación empeoró drásticamente: los olores persistentes hacían imposible permanecer en las viviendas.
La asociación inició una cruzada para comprender y resolver el problema. Desde entonces, se han abierto dos procesos judiciales —uno penal y otro contencioso-administrativo— para que se declaren los suelos contaminados. En 2017, el primer informe oficial documentó índices elevados de sustancias tóxicas como tolueno, hexano, y fenol, confirmando que los gases tóxicos se dispersaban a través de la red de aguas residuales y afectaban tanto el aire interior como el exterior de las viviendas.
La salud en juego
Los problemas de salud son una constante entre los vecinos. Un informe de 2017 recogió diagnósticos de migrañas, intoxicaciones respiratorias e irritaciones en las mucosas. Perea, uno de los afectados, sufre ronquera y lagrimeo permanente, y asegura haber superado un cáncer de riñón, una dolencia que asocia a la exposición prolongada a los tóxicos.
A pesar de los primeros estudios, las respuestas han sido insuficientes. Un análisis de sangre realizado por el Instituto Nacional de Toxicología en 2020 detectó la presencia de n-hexano, un solvente inorgánico que, tras una exposición prolongada, puede causar graves problemas en el cerebro, el corazón y los testículos. Los expertos alertaron de que los criterios aplicados a los trabajadores expuestos en entornos laborales no son suficientes para proteger a los habitantes de esta comunidad.
Responsables y actuaciones fallidas
En 2018, la Fiscalía de Medio Ambiente intervino tras una denuncia de la asociación. Investigaciones del SEPRONA apuntaron a una gasolinera con fugas y a la posible implicación de empresas de agua y la Consejería de Salud. En 2019, un informe de la Junta de Andalucía detectó los mismos contaminantes que el estudio de 2017 y concluyó que algunos niveles de riesgo eran «intolerables».
Aunque se emprendieron acciones de limpieza y descontaminación, un informe reciente de la Junta, fechado en agosto de 2024, advierte que las concentraciones de contaminantes en el agua siguen siendo demasiado altas para certificar la descontaminación. «No ha habido cambios significativos; el problema persiste», lamenta Gómez.
Desesperación y hartazgo
Con más de 500 personas abandonando el barrio, los vecinos se sienten al límite. «No nos queda a quién dirigirnos. Al Papa, quizá», ironiza Gómez, reflejando la mezcla de rabia y frustración que domina el ambiente. «Si hay informes técnicos que confirman el peligro, ¿por qué no se actúa? Están jugando con la salud de 4.000 personas», denuncia.
La situación, catalogada como «gravísima» por Ecologistas en Acción, exige un estudio epidemiológico exhaustivo que arroje luz sobre los efectos de esta exposición prolongada y continuada a los disolventes tóxicos. Mientras tanto, los vecinos de la barriada Guadalquivir siguen esperando una respuesta que les permita recuperar la tranquilidad perdida hace ya más de 15 años.