El balance de la Copa del Rey en Sevilla entre el beneficio económico y los estragos del vandalismo

El gasto en bares, restaurantes y comercios también ha sido extraordinario

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Policías nacionales cargan contra la afición del FC. Barcelona que estaba provocando destrozos en la Plaza de San Francisco.
Policía Nacional cargando contra vándalos en la Plaza Nueva y Plaza de San Francisco.

Sevilla ha vuelto a vestirse de gala para acoger una nueva final de la Copa del Rey, un evento que no solo llena los estadios, sino también las calles, hoteles, restaurantes y bares de la ciudad. La celebración de este importante encuentro deportivo supone para la capital hispalense un enorme impulso económico, pero también saca a relucir algunos de los problemas derivados de la masificación y el fanatismo descontrolado.

El lado positivo: millones de euros y proyección internacional

La celebración de la final de la Copa del Rey en Sevilla ha dejado cifras para el optimismo. Según los primeros datos, la ciudad ha generado más de 50 millones de euros en beneficios durante el fin de semana del evento. Los hoteles alcanzaron una ocupación cercana al 100%, impulsados por la llegada masiva de aficionados tanto del Real Madrid como del FC Barcelona, además de seguidores de toda España y del extranjero.

El gasto en bares, restaurantes y comercios también ha sido extraordinario. Las terrazas y locales del centro histórico se vieron abarrotados desde el viernes, con visitantes disfrutando de la gastronomía local, las tapas y el ambiente que caracteriza a Sevilla.

Además, la ciudad se ha proyectado al mundo con una imagen acogedora, consolidando su posición como sede ideal para grandes acontecimientos deportivos y turísticos.

La Real Federación Española de Fútbol, organizadora del evento, ha subrayado la importancia de Sevilla como epicentro futbolístico, elogiando tanto la infraestructura como la hospitalidad de los sevillanos.

El lado negativo: violencia, destrozos y tensiones

Sin embargo, no todo ha sido celebración. A pocas horas de que comenzara la final, los primeros incidentes empañaron la fiesta. La Policía Nacional detuvo a un aficionado del Barcelona acusado de agredir violentamente a un seguidor del Real Madrid en los alrededores de la Plaza de la Campana. La víctima sufrió lesiones graves en la nariz y fue trasladada a un hospital, mientras que el presunto agresor fue arrestado en las inmediaciones.

También hubo problemas de orden público en la Plaza de San Francisco, donde un grupo de ultras culés protagonizó altercados, lanzando botellas de cristal contra los agentes, volcando motocicletas de alquiler y generando una gran alarma social. Los disturbios se extendieron hasta la Plaza Nueva, obligando a comercios a cerrar precipitadamente y dejando destrozado el mobiliario de muchas terrazas, con algunos trabajadores heridos.

Además, la Policía Local tuvo que clausurar un bar en el Centro Comercial Plaza de Armas que había instalado una pantalla gigante sin autorización para retransmitir el partido, incumpliendo las normativas municipales y poniendo en riesgo la seguridad pública.

El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Rafael Louzán, quiso destacar y agradecer el trabajo de los 1.400 agentes de la Policía Nacional y 800 profesionales de seguridad privada desplegados en la ciudad. “Normalmente nunca pasa nada, pero para que no pase nada, hay que hacer un gran esfuerzo”, recalcó.

Un balance de claroscuros

La celebración de la final de la Copa del Rey en Sevilla deja, como cada año, un balance de claroscuros. Por un lado, un éxito rotundo en términos económicos y de promoción internacional; por otro, la necesidad urgente de reforzar la seguridad y la convivencia ciudadana para evitar que unos pocos empañen la imagen de una ciudad que, en líneas generales, sabe cómo abrir los brazos al mundo.