Vista del interior, de las gradas, del estadio Benito Villamarín.
Estadio Benito Villamarín.

Dos años sin fútbol en el Villamarín: el golpe económico que preocupa a los comercios de Heliópolis

Los negocios de Heliópolis, en vilo por el traslado del Villamarín: “El barrio se queda muerto”

 

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El barrio de Heliópolis, en Sevilla, afronta un futuro muy incierto tras la confirmación de las obras de remodelación del estadio Benito Villamarín, la casa del Real Betis Balompié. Durante los próximos dos años, el equipo disputará sus partidos en el Estadio de La Cartuja, una decisión forzosa -por las obras del estadio- que ha despertado preocupación entre los negocios del entorno habitual del Villamarín, dependientes en gran medida de la afluencia de aficionados en los días de encuentro.

“Vivimos del Betis. Cuando hay partido, el barrio se llena y nuestras ventas se multiplican. Ahora nos enfrentamos a una ruina”, lamenta Inmaculada Fuentesaspe, trabajadora de la tienda Alimentación Benito, un local situado a escasos metros del estadio.

Según explica, la presencia de miles de aficionados no solo favorecía mucho a bares y restaurantes, sino también a pequeños comercios que venden prensa, pipas, refrescos o artículos de conveniencia.

La misma preocupación expresa José Manuel Rodríguez, vendedor de frutos secos en la zona, quien asegura que los días de partido representaban una muy gran parte de su facturación. “Es dinero que no se recupera con las ventas de entre semana. Tendré que seguir como pueda, quizá compaginando esto con otros trabajos, como la paquetería”, comenta resignado.

Rodríguez reconoce que, aunque él no paga alquiler porque el local es de su propiedad, muchos de sus vecinos están en una situación que es más vulnerable, al respecto decía: “Hay negocios que dependen completamente del partido del domingo. Para ellos será muy duro, pero no queda otra que aguantar”.

Algunos vecinos del barrio, en cambio, han mostrado alivio ante la pausa en los partidos. Menos tráfico, menos problemas de aparcamiento y menos ruido figuran entre las ventajas de estos dos años de ausencia del Villamarín. Sin embargo, los comerciantes replican que “los vecinos se darán cuenta pronto de lo que significa no tener esa vida en las calles”.

Es curioso por que las obras del Villamarín, el proyecto del estadio y la galería comercial, originó mucha controversia pero ahora, con la partida del equipo a La Cartuja, afloran el conflicto de intereses entre vecinos y comercios, unos que vivirán más tranquilos y otros que ven como sus negocios corren riesgo.

Incertidumbre en Heliópolis

La incertidumbre es, quizá, el sentimiento más se encuentra extendido en Heliópolis. “Estamos en un ‘stand by’, esperando a ver cómo evoluciona todo, pero es evidente que lo vamos a notar muchísimo”, admite Rosa, propietaria de un pequeño comercio cercano. “El Betis traía movimiento, gente que consumía. Ahora el barrio se va a quedar mucho más apagado”.

Una visión compartida por María José Ponce, propietaria de un bar, quien señala que los efectos irán más allá de los días de partido. “Aquí venían no solo aficionados, también turistas que querían ver el estadio, gente que hacía tours o recorridos. Todo eso desaparece. Ya no tienen el punto de encuentro en el barrio”.

Para negocios como bares, kioscos o establecimientos de hostelería, la ausencia del Villamarín supondrá perder su principal fuente de clientes ocasionales. “El problema no es solo el día del partido, sino todo el ambiente previo y posterior que generaba. Eso daba vida a las calles”, comenta la hostelera.

Desde el punto de venta de la ONCE en las inmediaciones del estadio, Alberto Bueno pone cifras e las pérdidas que puede sufrir: “Un día de partido equivalía a la facturación de casi una semana normal. Esa diferencia se va a notar mucho, y no todos los comercios van a poder soportarlo”.

En su opinión, los próximos meses serán decisivos para comprobar qué negocios logran resistir y cuáles se ven obligados a cerrar o, en su defecto, a reinventarse: “Se las van a ver y desear. Algunos quizás tengan que mudarse, otros diversificar. Pero muchos no aguantarán estos dos años”.

Mientras tanto, el barrio de Heliópolis asume resignado el paréntesis futbolístico de dos largos años -como mínimo-. Si bien algunos vecinos celebran la reducción de molestias, para los comerciantes la ausencia del Villamarín supone la pérdida de un motor económico clave.

“El barrio sin el Betis se queda muerto”, sentencia Fuentesaspe, con la esperanza de que, tras la remodelación, el regreso del equipo verdiblanco devuelva también la vida y la clientela a las calles.